Anteriormente aquí se situaba un bar turco atendido por una marroquí que derrochaba simpatía y cocinaba bien, y en el que ofrecían una variedad de tés y se podían ver los partidos que ofrecen los canales de pago. Desconozco las razones por las que fue cerrado por los autoridades. Dos años después en el mismo local se abrió de nuevo, intentando llenar el hueco de esta parte del Barrio del Lucero al que no le queda muy cerca un «kebab». Con esa idea surgió según las confesiones de su propietario, pero tres meses después de su nacimiento todavía no ofrece el servicio y siempre da la misma escusa: «Las planchas no me han llegado». De forma que su uso se acaba limitando al de cañas de emergencia y compra de tabaco. Eso sí, por cada consumición, sobre todo si es la primera vez que entras te obsequiará con una tapa del tamaño de un plato sin cobrarte a un precio prohibitivo la caña.