Ermenegildo Zegna

¿Qué iba a hacer yo, mujer, y poco pudiente, en una tienda de caballeros con posibles? Pues acudir a una fiesta, qué si no.
Podría deciros que, visto el nivel del cátering y la barra de mojitos, el sitio ya merece mi consideración, pero es que además aprovehcé para mirar la ropa (una, que no tiene remedio).
Entre las cosas curiosas, un traje que ajusta la temperatura corporal, perfecto para los días de verano (el precio, de verdad que no lo recuerdo, pero estamos en la calle Serrano, de 400 euros no creo que bajase) (ojo, no lo sé, igual he tirado por lo alto).
Quizá para saber lo ideal para cada uno (y cada pcasión) sea consultar con los dependientes, que no sólo son amabilísimos sino que además tienen, en su mayoría años de experiencia, y eso se nota.
Creo que es un buen lugar para encontrar ese traje especial (y si se puede, que sean especiales todos), porque, recordemos, los italianos, los mismos que dibujaron a la perfección el cuerpo humano en la Historia clásica, son los que mejor saben encargarse de la moda, ¡será por algo!