Entramos por casualidad, en principio a tomarnos una cerveza mientras esperábamos a una amiga. Pero el olor de la pizza tan delicioso nos hizo quedarnos y terminamos cenando allí. Con las primeras cervezas nos pusieron unas patatas fritas con una salsa que mi amiga decía que era de comino… No tengo mucha idea, pero lo que sí puedo decir es que las patatas estaban recién hechas y la salsa estaba muy rica. Tienes dos tamaños de pizza a elegir, mediano de 25 cm o el grande de 50 cm, nosotras nos decantamos por el grande de Barbacoa, que en cuanto vi los ingredientes tenía que ser esa ¡¡lleva champiñón! Hay pocas cosas que me gusten tanto en una pizza como el champi. Cuando nos llegó nos sorprendieron con la forma rectangular y los 50 centímetros de pizza que en nuestras cabezas no pensábamos que fuesen tantos. Masa fina y de bordes crujientes. ¡Estaba deliciosa! De postre nos pedimos un crêpe cada una, mis amigas de dulce de leche y yo de mermelada de fresa. Estaba muy rica también, aunque, supongo que al ser tan grande, terminé un poco saturada de tanto azúcar, nada que no se solucione con un vaso de agua. Sólo dos inconvenientes, el local es muy pequeño, así que cuando se llenó era un poco agobiante estar sentada y la gente de pie dándote con sus bolsos o abrigos en la espalda y la cabeza. Y el segundo que he de admitir que me horrorizó, el olor a fritanga con el que salimos del local… Al ser tan pequeño la cocina la tienen montada detrás de la barra, así que sabes que al salir de allí todo lo que lleves tiene que ir a la lavadora. Repetiré seguro, sólo que usando su servicio de take away.