Dos camareros. El dueño, rapado/afeitado y la camarera rubia de pelo corto y guapa como ella sola y ambos dos soles que soletes más majos. Que de tiempo que hacía que no me llaman cielo, yo que soy más turbio que un nublado. El local es muy cuco y mono. Piedra y barra de pizarra. Pared anunciando sus riquisimos gin tonics, cocteles y tostas. Ambiente acogedor de gente finolis, de buen rollito y en general de buen ver y mejor beber. Tienen unas amplias cristaleras desde las que ver la calle alejado del ruido en un ambiente tenúe cuya luz regulan conforme al sol. Rodeado de mesitas con sofas comodos para sentarse y relajarse, dejar pasar el tiempo y olvidarte que mañana será otro día. Allí que estuve tirando la tarde del domingo fuera de mi casa, y lejos de la manta de Iberia que todos almacenamos cerca del sofa. Las cañas un poco más grandes que un chato a 1,50 bien tiradas, con su tapita correspondiente de canapé con cada una de ellas. Visto que tenían cocteles y mojitos y gin tonics(como no) bien publicitados me decidí por sendos manhattan que, pese a que tuvieron que desempolvar la receta y usaron Dyc estaba muy ricos, poderosos, sabrosos y fresquitos. De precio 8 €. La presentación y el sabor, bien merecidos. Peores mojitos en vasos más macilentos he picado a similar precio cuando frecuentaba zona guiri. Entre cañas y manhattan se nos fue la tarde y nos fuimos ya más por verguenza que por estar a disgusto en el sitio. Y porque al día siguiente madrugabamos y era una desgracia de lunes. Me queda pendiente repetir y probar alguno de los gintonicos de esos tan de moda a ver como estan de sabor y precio. Pero desde ya ya mismo y hasta que me decepcione o encuentre otro mejor, lo declaro mi lounge/bar del barrio. Solo falta que echen furgol y ya super fan!