Me encantan las galletas, así que un restaurante donde el concepto gira en torno a estas, y no solo en los postres, lo tenía todo para que me ganara. Me encantó la decoración y el público que había a esa hora(laborable para almorzar) era de lo más chic, entre ejecutivos suecos, amigas fashion, señoras de compras… todo un tutti frutti de estilos, como la propia decoración. El detalle de tener la barra montada al final, casi escondida, con posibilidad de sentarte en ella si vas solo, me encantó, así como los baños, con una decoración entre moderna y vintage muy chula. La comida estaba muy rica, en raciones perfectas de tamaño y calidad. El servicio me gustó, sobre todo porque aconsejaban de un modo que casi no parecían trabajadores de la casa, ya que llegó a decirnos que ‘ese entrante no es muy interesante, yo os recomiendo mejor…” y nos recomendó otra cosa más barata jejejeje Comimos hamburguesa y probamos varios postres. Para repetir.