El Pabellón de El Espejo

Por suerte enganchamos la última mesa. Llevábamos casi todo el día caminando y tras salir del Museo Arqueológico y descubrir que la Catellana, Gran Vía, etc., estaba cortadas decidimos que no nos apetecía ir en metro e íbamos a hacer un alto para tomar un café y descansar las piernas un poco.
Así que aquí nos metimos, lleno de señoronas con bien de laca y con unos camareros supereducados, nos sentamos en este saloncito decó. No fue barato, infusión y caña cinco euros y pico, pero por conocerlo y un día,… de todas formas creo que me dejaré caer alguna vez por él porque me resultó agradable.

Un Restaurant exceptionnel
Mon épouse et moi sommes allés 4 fois à ce resto en une semaine et ce fut à chaque fois sensationnel. Le serveur Antonio qui nous a servis à chaque fois a été remarquable et nous a aisé à mieux apprécier la cuisine que l’on nous offrait. Le site est absolument superbe sur Paseo Recoletos et nous comptons y retourner lors de notre prochain voyage l’ été 2014.

Por los comentarios que leo sobre este lugar, no soy la única que ha tardado años en entrar en el pabellón del Espejo, ese sitio que parece reservado siempre para otros. He estado allí una sola vez, el 11 marzo de 2011, un viernes en que llovía a mares y era lo que tenía más cerca para refugiarme. Mereció la pena, el lugar tiene duende aunque los camareros son… o estaban ese día tan antipáticos que tuve que vencer el impulso de darme media vuelta en cuanto entré en contacto visual con ellos.

Siempre había tenido muchísimas ganas de comer en este mítico restaurante del Paseo de la Castellana. Me ha fascinado siempre que lo he visto desde fuera, la verdad, y como mis amigos suelen acudir allí a desayunar, un día nos animamos a comer de menú en la terraza.
Para empezar, el menú es algo más caro: sube de unos 13 a unos 15 euros. Y hablo de menú del día. A todos nos pareció normal, porque al fin y al cabo estás comiendo en un sitio privilegiado. Eso sí, deberían plantearse un poco mejor la configuración de las sombrillas, porque hacía un calor terrorífico y al final parecía que estábamos jugando a las sillas musicales cambiándonos todo el tiempo.
Aquí es cuando alguien pensará «qué exageración, cambiándose todo el tiempo. ¡Pero si era un menú del día!». Ay, amigo. Es que era un menú del día… pero del día de mañana. Porque nos sentamos, pedimos y, después de unos veinte minutos, tuvimos que llamar la atención al camarero. Este preguntó a otro que simplemente le respondió que había «un atasco en la cocina». Oye, pues si hay atasco dímelo, porque igual prefiero ir a comerme a otro lado.
De todos modos, uno se pregunta qué atasco podía haber en la cocina cuando casi todos habíamos pedido platos fríos: gazpacho y huevos rellenos. ¿Es que estaban cociendo los huevos? Por fin aparecen nuestros primeros platos… dos platos de seis. «Oye, id comiendo, que si no no acabamos, no esperéis, no os preocupéis». Poco después aparece el tercer plato. Y cuando los primeros ya habían acabado, aparecen otros dos platos. Un auténtico desastre, vamos, comer por tandas literalmente.
Los segundos vinieron todos más o menos al compás, pero claro, ya estábamos más duros que los huevos rellenos. Por si esto fuera poco, la comida tampoco resultó ser nada del otro mundo: a algunos de los platos estuvimos a punto de hacerles la entrevista de la comida viejuna típica de El Comidista.
Si se lleva dos estrellas (y no una) es porque la camarera que nos atendió al final fue más maja que las pesetas (bueno, y el del principio fue correcto, aunque tampoco gran cosa) y nos puso un postre de tres bolas de helado que no se lo saltaba un galgo. Pero por lo demás, no creo que vuelvan a verme el pelo en la terraza de El Espejo, y mira que tiene la mejor localización del mundo…

Estoy muy harta de estos restaurantes con menú del día en los que tardan SIGLOS en traer la comida con lo que terminas por comer como los pavos y pasándote toda la estancia allí enfadada, agobiada y haciéndote mala sangre por ello. Los menús del día tienen que ser RÁPIDOS, la gente tiene como much una hora y media para trabajar y además, no penséis que somos tontos: los platos del menú están ya prehechos, solo hay que recalentarlos. ¿O me vais a decir que se prepara todo desde cero?
Pues nada, que aquí nos personamos, nos sentamos en la terraza (con su correspondiente suplemento) para comer y nos dedicamos a esperar y esperar y esperar, básicamente. Los primeros tardaron una media hora, y cuando le preguntamos al camarero nos dijo que había ‘un colapso en la cocina’. Ya mira, es un restaurante de menú, insisto, ¿estabais recogiendo los huevos y las verduras de una granja biológica? Lo dudo… En cualquier caso, si había un problema ese día en la cocina, lo correcto sería avisárselo al cliente porque a lo mejor nos hubiéramos ido a otro sitio.
Cuando por fin llegaron los primeros, por supuesto, lo hicieron en timings muy muy distintos. Éramos 6 y empecé yo sola, después 3 más y 2 personas quedaron para el final cuando todos habíamos terminado. Muy bien. Los segundos no lelgaron tan tarde pero eran absolutamente mediocres y recalentados. Yo pedí un codillo que no tenía prácticamente carne. Además, lo pedí sin patatas fritas y con ensalada y llegó con patatas. Recalentadas, por cierto.
Del postre no pude hablar porque ya había pasado hora y media así que tuve que dejar el dinero e irme corriendo a mi puesto de trabajo.
En serio, estoy MUY harta de que en los sitios de menú se tarde más que en un lugar a la carta. Y que encima te ofrezcan excusas ridículas y no tengan el detalle de invitarte a algo o de decirte qué está pasando de verdad.
¡No vuelvo ni aunque me inviten!

Very nice place, the décor and overall ambiance was excellent. Overall, the food was good, not great. We went as a group and we had a set menu. Various tapas were included (sausages, cheese, calamari, shrimp cocktail, deep fried cheese balls). For my taste most of these items were bland. The main course was sautéed /​shallow fried fish with the side of potatoes mash. The fish was delicate and nicely prepared. As far as dessert, we were served with crape in chocolate sauce which was delicious. Overall this is a nice place, on a bit expensive side.
This restaurant is Located in nice area, after dinner you can walk a bit and see nice buildings, fountain and also some sort of memorial with a nice garden.

Las alternativas para tomar un café alrededor de las bocas del Cercanías de Recoletos son escasas; no es que no haya, pero si te da pereza callejear… Como nunca había estado aquí y nos pillaba a mano, entramos en el pabellón de ventanales y se nos encaprichó un limón granizado por el que fuimos contestados de bastante mal modo porque el camarero estaba solo y tenía que desplazarse hasta el exterior para conseguirlo. Estuvimos a punto de irnos, pero vino a disculparse rápidamente porque resulta que la barra del dichoso pabellón no está habilitada para que el camarero atienda las mesas (que no tiene salida, vaya), así que tiene que salir por fuera de él y rodearlo completamente cada vez que quiere atender a alguien, y el camino contrario cada vez que le toca cobrar. Un poco desastroso a nivel logístico, si se me permite la opinión.
Por lo demás, el emplazamiento está bastante bien, pero no quiero imaginar lo que tiene que ser estar dentro de semejante invernadero un día que haga calor real; supongo que para eso está el limón granizado, claro.

Nunca había ido, pero le precede la fama y tenía muchas ganas de conocerlo. Y ayer fue un buen día para ir por primera vez. La conclusión: me gusta por su enclave, su arquitectura y sus muchas mesas en el paseo de Recoletos; y no me gusta porque es muy caro. Y es por ello que recomiendo que la visita sea para caña precomida o café poscomida, pues uno más o menos se lo puede permitir… pero no para comer, merendar o cenar.
De todos modos, como bien dicen otras personas, hay que ir al menos una vez en la vida.

Aquí estuvieron tomando ballantines cola Rafi Escobedo y su amigo la noche autos de el asesinato de los Marqueses de Urquijo. solo por ese toque macabroromantico merece la pena pasarse

Siempre que viene alguien que no conoce Madrid y pasamos por El Paseo de Recoletos, se queda mirando este café restaurante como alucinando. Tiene una ubicación privilegiada y además es muy bonito estéticamente hablando.
Solo he estado dentro una vez pero bueno, es una sitio más para turistas que otra cosa, al menos para tomarse un refresco como hicimos nosotros no está mal. Los precios como se esperaba, altos.

Imposible que pase desapercibido cuando vas con el cohe subiendo el Paseo de Recoletos hacia Castellana. Si le preguntas a alguien: «¿sabes ese bar que hay en el medio del Paseo de Recoletos que es como un pabellón con ventanales?» Todo el mundo te va a decir: «¡ay sí, ese tan bonito!» Comprobado, no falla, y en realidad es que es muy bonito, es imposible no fijarse.
El restaurante, en cambio, es mucho menos conocido, porque no es tan llamativo, pero también es precioso por dentro, de estilo art-​nouveau.
Ambos lugares, el restaurante y el pabellón, son dignos de visitar alguna vez. El pabellón especialmente, porque en primavera-​verano es un sitio perfecto para tomar algo en un día soleado o en una noche de esas en que la temperatura acompaña, y disfrutar del ambiente de este barrio tan chic.
Como es de esperar, los precios no son baratos, pero un día es un día.

Un lugar para ir por lo menos una vez en la vida o cada vez que tengas visitas y los quieras llevar a conocer la ciudad.
Este café-​restaurante-​bar está situado literalmente en medio del Paseo de Recoletos, a un par de cuadras de la glorieta de Cibeles.
El restaurante es muy amplio tiene dos zonas, una que es la que mencioné antes que es una especie de pabellón completamente cubierto a la mitad del paseo y la otra zona está en frente cruzando Recoletos. La decoración es Art-​nouveau.
La carta es muy tradicional y se divide por entradas –calientes y frías-​, pescados y carnes. Los precios como se imaginarán por la ubicación del lugar son bastante altos. A medio día tienen un menú recomendable por 13 euros.
El lugar es ideal para tomar el café de la mañana o tarde o una par de cañas disfrutando de la vista.
Muy recomendable para turistas.

Rodeado de espejos
Cafeteria-​restaurante muy bien decorada. Sitio muy céntrico y animado: trato normal, algo «atolondrado»; material bueno, servido en vajillas muy bonitas, aunque la cocina no está a la altura del local