El Imparcial

Tenía ganas de probarlo y fui un domingo… Creo q fue un error por el lio de la zona por el rastro además de q había una actuación que acaba de terminar en el local cuando llegamos y les pillamos con el pie cambiado… Camareros corriendo para montar las mesas de la comida y desatendiendo a las peticiones de bebida (mala gestión del jefe de sala, un poco prepotente)
El sitio es original (antigua sede del periódico) y decorado con ese «estilito grunge», paredes a medio pintar, sillas des-​emparejadas, sillones y espejos…
La comida rica, pedimos bastantes cosas y todo muy bueno… Xo tengo q reconocer que nada me ARREBATÓ. Croquetas de rabo, falso risotto y el bocata de calamares para compartir, después una hamburguesa y una pizza, rigatonne y postres
Los camareros simpáticos, si me apuras, en exceso… Ese buen rollito que me gusta cuando eres asiduo Xo no impostado la primera vez que voy… La verdad que no sé si volveré

Este restaurante elegante, espacioso y diáfano se encuentra en la calle Duque de Alba del barrio Lavapiés, a pocos pasos de la Plaza de Tirso de Molina.
Reservamos una mesa para una cena de entresemana.
Primero pedimos una cerveza Mahou para saciar la sed e ir picando aperitivos con tranquilidad.
La cerveza está bien tirada y da gusto.
Tras la rica cerveza teníamos la intención de probar unos vinos blancos y una botella de tinto. Así que pedimos que nos trajeran los platos escogidos en siguiente orden:
Croquetas de rabo de toro
Pulpo a la brasa, puré y ajada gallega
Chipirones a la parrilla con puré de coliflor y curry
Tartar de solomillo de ternera con helado de mostaza
Empezamos con las croquetas junto con dicha cerveza.
A pesar de mi expectativa, el sabor es muy suave y agradable en el paladar. Bien hechas y ricas, aunque me habría gustado que tuvieran más carácter.
Y pulpo a la brasa… ¡¡toda una exquisitez!
Está horneado y ligeramente crujiente por fuera. Se nota que se calentó con el pimentón puesto (al menos eso me parecía a mí), lo cual aporta un toque extra y profunda. Me encantó el plato, la verdad.
Lo acompañamos con unas copas de albariño y ¡qué gustazo!
Los chipirones también me gustaron bastante. El puré de coliflor acompañaba a los chipirones sin restar nada. El sabor de curry es sutil y no insiste demasiado, pues me parece genial porque a menudo acabo saturada del sabor curry.
Para el tartar de solomillo queríamos un tinto no demasiado fuerte, de ahí que pidiéramos una botella de «Habla del Silencio». Y acertamos. El vino nos resultaba suave pero bien estructurado.
El helado de mostaza no era ninguna tontería. Normalmente cuando hay una buena carne prefiero que el plato sea sencillo pero en esta ocasión el toque de mostaza no sobraba sino creaba una buena armonía en el paladar.
Al final estábamos tan llenos que no pudimos probar ni un postre.
Quedamos muy contentos con los platos, el servicio y el ambiente del local, pero sí, la factura rozó los 100 euros para dos.
Me da la sensación de que hay pocos camareros para tantas mesas y tantos comensales. Su atención es muy correcta y agradable.

El sitio! Maravilloso decoración estupenda, la zona de barra maravillosa! La carta al parecer bastante buena eso sí las cantidades bastante justitas tirando a pequeñas. Tome unas carrilleras eran 2! Suelo prepararlas yo en casa por qué me encantan al vino tinto, se lo que cuestan en el mercado la cantidad podía ser un poco más grande. El pulpo a la brasa lo que viene siendo una patita de pulpo y no muy grande tampoco. Sobre el sabor no he de reprochar nada en si los platos están muy bien cocinados. Algo importante que le falla al local es la acústica parece un gallinero. El servicio pues depende de quién te toque.

Muy bueno el muní del día por 14 €. Un sitio excelente por la decoración, calidad de la comida y precio. Sólo un pero, el servicio muy amable pero un poco lentos. Será cuestión de darles otra oportunidad.

Fui guiada por mi amiga Aina y la verdad que desde fuera, la puerta no te dice nada de lo que te va a esperar dentro
Nada mas entrar una gran barra con taburetes, al fondo otra mesa para hacer talleres y al lado una gran escalera que te conducirá al piso superior donde la decoración está cuidada al detalle con toques modernos pero acogedores.
Tiene también una tienda de productos modernos y diferentes donde puedes encontrar incluso libros.
Un local que hace tiempo no me hubiera esperado encontrar en la zona de Tirso de Molina, pero parece que la Latina está alcanzando esta zona y llenando la calle de Duque de Alba de restaurantes modernos y cuidados.
Fuimos entre semana, y tienen Menú del día por 14 € que puedo decirte que está muy bien
Calidad-​precio estupendo, con una presencia exquisita. Cuidando el menaje divertido y la presentacion de los platos
Los camareros continuamente pendiente de nosotras (quizás demasiado, en un punto les dije que dejaría de hablar y comería (¡me sentí como en el colegio! jajaja)) y encantadores
Un sitio sin duda que volveré.

Un antiguo caserón, sede del periódico El Imparcial, reconvertido en restaurante, con mucho gusto estético.
Lleno hasta la bandera (tuvimos que esperar 25 minutos para que nos dieran nuestra mesa que teníamos reservada), con ambiente pijo-​hipster. Nos dieron una mesita enana en la zona de la barra, pero aún así estábamos cómodos.
La comida está buena y no está mal de precio. Muy recomendable el falso risotto de setas, el pollo cocinado a baja temperatura, la hamburguesa de trufa y los postres. Por todo esto, con 2 copas y un refresco no llegó a 70 € (y dejamos comida en el plato).
Imprescindible reservar.

Un restaurante librería al mas puro estilo Colette (concept store) con un servicio rápido,ágil y amable… el lugar era una antigua imprenta y han sabido sacarle provecho al espacio. Al subir ya parece que estas aislado en lugar que para nada tiene que ver con lo que rodea al lugar.
De precio es medio pero compensa

Tenía MUCHAS ganas de probar este sitio, y allá que nos fuimos 2 parejas el pasado sábado.
El local por dentro es ESPECTACULAR, invita a quedarte y a pasar un buen rato. El ambiente es muy distendido (camareros con Airmax), musiquita de fondo, gente de todo tipo en las mesas. Vamos, que si traes aquí a tu ligue o a amigos de fuera, triunfas FIJO.
La decoración es genial, mobiliario distinto, iluminación perfecta, mesas juntas pero sin agobiar… Nuestra mesa era una redonda, perfecta para cuatro, ¡me encantan las mesas redondas donde no te tienes que pelear con los codos o no caben los platos!
El servicio es muy atento, he leído en algunos comentarios que a veces se pasan de majetes, pero en nuestro caso fue todo muy correcto.
La comida un ⁸⁄₁₀.
Deseandito estábamos de pedir los famosos chipirones con puré de coliflor al curry (uff muy, muy buenos). Confieso incluso que he intentado copiar en casa el plato y señores, ¡no es tan fácil!
El sashimi de salmón muy rico también, aunque ya estoy un poco hartita de sashimi hasta en la sopa (que también).
Tartar de atún rojo, mucho mejor que en otros sitios, sin duda. Acierto.
Por recomendación del camarero, pedimos también una pizza, pero qué quieres que te diga, un ni fú ni fá como una casa que le planto. La esperaba crujietita, con el queso derrteditido y tostado, finita, y no fue nada de eso.
De postre me llamó la atención la tarta de choco sin gluten, ¡así que a la saca! Y el crumble de manzana, en su punto, rollo deconstruido, pero en conjunto muy buena.
Volveré para probar más cositas de la carta, que se me antoja un punto atrevida (por mí genial) para lo que hay por ahí.

(En realidad le daría 3,5 estrellas).
Tenía ganas de probar este sitio porque está muy en boga, y si no hubiera sido por la amabilísima invitación de una amiga dudo que hubiera ido, ya que sabía que no era barato. Pero eso no quita que el sitio mole, que conste, porque molar mola. Es muy amplio y con una decoración original, y además tiene una tienda con libros y cosas curiosonas.
La carta ofrece relativamente bastante variedad y precios más o menos ajustados para lo que sirven, si bien las raciones me parecen escasitas. En nuestro grupo de cuatro no pedimos nada para compartir ni postres, así que fue una comida fugaz, porque además nos sirvieron muy rápido. Yo me pedí pulpo con puré de patatas, que estaba muy rico pero que yo hubiera tostado algo más; el toquecito de la sal gorda… ¡muy ñam!
La camarera que nos atendió fue un encanto, y además no tuvo problema en añadirle vino tinto a mi refresco sin gas (que, desgraciadamente, no era Trina, sino Aquarius; estaba bien, pero nada supera al «trino» con Trina).
Al final, unos 15 € por persona, pero, como digo, sin entrantes ni postres. No obstante, merece la pena, al menos, probarlo. Por cierto: aceptan cheques de comida.

Bueno, este sitio es la bomba.
Fui con mis amigas inmersas en un plan de tapeo latinero así que no iba acicalada para la ocasión. El local es precioso e iluminadísimo.
Los precios están bastante bien teniendo en cuenta lo moderno y la localización del local (más menos por 15 € has comido). Pedí cerveza (Mahou) pero en realidad quería una copita de vino. La carta es amplia peeero (y de aquí que no tenga 5 estrellas): en los blancos sí ofrecían o copa o botella; pero en los tintos no. Así que, opté por la cerveza.
Comí pasta al pesto, con champiñones y queso y estaba deliciosa. El resto de comensales pidieron pulpo, pizza y steak tartar. Y aquí viene el segundo porqué no de mis 5 estrellas: una de mis acompañantes es intolerante a la lactosa. Obviamente, descarta del tirón cualquier cosa que lleve queso en la carta. Optó por el steak tartar y ¡oh, sorpresa!, cuando nos lo sirvieron vimos que venía bañado en queso en polvo. Total, que hasta que no terminó de quitarlo no se pudo poner a comer. Creo que un ingrediente así debería venir puesto por defecto en la carta.
Por cierto, no dejéis de pasar por el baño. Las paredes están forradas de tela con pelícanos y tiene un sofá al lado de la taza; curioso cuando menos.

Habia oido y leido mucho sobre este sitio, y me moria de ganas de ir, pero siempre por unas cosas o por otras no llegaba la ocasion. Finalmente el domingo llego el dia y aprovechando que Madrid esta desierto fui a coner tarde con una amiga despues de ver una exposicion en el Thyssen. Me encanto la decoracion, el ambiente, los camareros super amables y aunque la carta de primeras me parecio mas de lo mismo (tartar, burrata etc) he de decir que staba todo buenisimo y en raciones mas que cumplidas. De primero pedimos salmorejo, que estaba espectacular, y de segundos, el pescado salvaje y los chipirones con pure de coliflor al curry. No tuvimos sitio para el postre! Altamente recomendable tanto por la calidad como por el precio.

Nuevo restaurante cool (quizá el coolest ahora mismo) en la zona de Tirso. Un poco Tribal (de hecho el local era antes un cine porno) en el aspecto — con tienda incluida — y en carta. El local es chulo y cómodo para hablar. La carta bastante variada, y la camarera que nos atendió muy agradable.
De entre lo que pedimos, el ceviche de lubina no me pareció muy especial. El pollo asado con espinacas, aunque simple, me gusto más. En general, todos los plats un poco escasos y me sorprendieron más los entrantes que los principales. Los postre bastante normalitos.
Al final la relación calidad/​precio no me pareció muy buena (aunque tampoco es caro), pero vale la pena entrar al menos para conocer el local.

Pero qué pinta tiene este sitio nuevo ¿no?
Propongo visitarlo en una cena de chicas, a mis 3 acompañantes les parece bien, llego pronto y me quedo esperándolas en la barra de abajo, me indican que es arriba donde tenemos la mesa.
Me tomo una caña y aparece la primera, nos ponen unos frutos secos acompañando la bebida. El sitio es PRECIOSO, muy agradable.
Cuando estamos todas subimos y nos llevan hasta nuestra mesa situada en un comedor muy amplio lleno de mesas de distintos tamaños, la sensación es un poco como de estar en un evento, rollo boda informal donde no conoces a nadie salvo a los de tu mesa.
Nos atiende un camarero muy simpático, hay como muy buen rollo aunque en alguna ocasión fue un poco excesivo el colegueo y llegó a ser pelín incómodo porque había cosas que no sabías muy bien cómo tomarte.
La carta tiene una pinta brutal, apetece todo pero no podemos comer todo así que pedimos:
— Las mejores patatas bravas: muy buenas, en efecto. 6,5 €
— Chipirones a la parrilla con puré de coliflor y curry, poca broma, qué delicia, me encantaron. 9,00 €
— Burrata fresca con tomate confitado y albahaca ñammmmmmm. 12,00 €
— Sashimi de salmón noruego con wakame y helado de wasabi, el salmón estaba impresionante 10,00 €
— Tartar de atún rojo con aguacate y grissini de sésamo, wonderful. 13,00 €
Juraría que no pedimos postre, pero no me hagáis mucho caso.
Recomendable totalmente, por bonito, por calidad y comida rica rica.

La reconversión que estan viviendo las zonas de El Rastro y Tirso de Molina es una barbaridad, a este ritmo, en breve, serán un referente de la capital.
Y esto es gracias a locales como El Imparcial: un local recuperado, con una decoración estupenda, un servicio fresco y amable y una carta que innova poco pero que asegura muy buena calidad.
Recomiendo los chipirones sobre crema de coliflor y curri o sus tartares (atún y ternera).
La pega llega en las bebidas: no tienen reservas de cava frío, ni carta de cócteles (a pesar de que los anuncian en la entrada) ni vinos dulces para el postre. Seguro que este fallo esta solucionado en breve.

Muy buen servicio, ambientación de interiores y platos. A pesar de que algunos no están todavía disponibles (es un local de apertura reciente) vale la pena.
Muy buena relación calidad precio. Recomiendo probar el sashimi con helado de gengibre.

Resulta que paso por este sitio casi a diario, ya que está a 3 minutos de mi casa y me pilla camino del gimnasio. Por eso estuve viendo durante días las obras y elaborando teorías sobre qué tipo de restaurante/​bar acabarían abriendo en la antigua sede del periódico El Imparcial. Lo abrieron por fin la semana pasada y ese mismo fin de semana empecé a ver fotos en instagram y reviews que me dejaron súper sorprendida porque desde abajo no se aprecia nada lo chuli que es la planta superior. Así pues, aprovechando que el sábado teníamos que ir a comer con los padres de mi chico y habiendo leído ya algunas opiniones buenas, reservamos allí a mediodía.
Me encanta cómo lo han dejado todo, la planta de arriba con los ventanales que dan a la calle, una barra de mármol similar a la que tienen abajo, un mobiliario muy bien escogido con sillas súper cómodas… Además del restaurante y la segunda barra, tienen una tienda que mola bastante, con muchas revistas independientes y raras, y con las cervezas de Casimiro Mahou. Me parece un complemento bastante guay para el restaurante y un detalle muy original. Había unos cuantos curiosos que subían desde la calle sólo para ver la tienda y de paso echar un ojo al restaurante.
Las chicas que nos atendieron eran encantadoras. Se nota que sólo llevan una semana abiertos y tenían algunos pequeños despistes y en la carta no todos los platos estaban disponibles todavía. Pero vamos, que he estado en restaurantes que llevando abiertos meses todavía no tienen el rodaje que tiene éste en una semana. Todos los platos fueron servidos bastante rápido y la sensación global era de eficiencia a pesar de llevar tan poco tiempo abierto y estar bastante lleno. Ninguna queja en este aspecto.
En cuanto a la comida, creo que viene de la mano de la gente de Maricastaña y hace honor a la decoración y al servicio estupendo. Todo lo que probamos estaba muy muy bueno, y genial de cantidad. Éramos 4 personas por lo que pudimos probar muchas cosas: el sashimi de salmón con helado de wasabi y algas, los tacos de cochinita pibil con guacamole (súper ricos, y genial las salsas agrias y de chile chipotle que sirven aparte), el bocadillo de calamares con alioli de tinta, el salmorejo, la pizza de bacon y brie, la versión healthy del big mac… Nos gustó todo mucho y no nos quedó hueco para probar ningún postre. Con una botella de vino y agua salió todo por 67 €, unos 17 € por cabeza, y la verdad es que nos pareció un precio fantástico.
Sólo lleva dos fines de semana abierto y en ambos creo que ha tenido lleno total. Con lo poco que hay para elegir por la zona y lo bien que lo tienen montado no me extraña lo más mínimo.

En la calle del Duque de Alba rodeada de comercios chinos y ciudadanos de todas partes del mundo, se encuentra la antigua sede del periódico conservador «El Imparcial», cerrado en los años 30 del siglo pasado. En la planta baja hay una sucursal bancaria y a su lado, hasta hace bien poco, estaba el último cine «X» de Madrid. El resto del edificio permaneció cerrado durante décadas.
Pues bien, en la primera planta de este señorial inmueble acaba de abrir el restaurante EL IMPARCIAL. La reforma ha respetado muchos de los elementos decorativos originales del edificio, como las contraventanas o los suelos de madera, además de la bella escalera de madera y forja por la que se accede al comedor. Aparte de la oferta gastronómica existe una tienda anexa con una selección de libros de fotografía, música y objetos de decoración. Horario continuado, además de comer puedes desayunar, merendar o tomarte una copa.
Carta con propuestas pensadas para compartir: bravas, croquetas, tacos mejicanos, tartares, etc. Como platos principales: secreto ibérico, pulpo, hamburguesas y varias clases de pizzas. De lunes a viernes anuncian un menú por 12 €.
Cuatro personas, a pesar de que la carta es muy breve, como acaban de abrir y todavía no controlan mucho, no tenían la mitad de los platos. Nuestra opción fue:
Tacos de cochinita pibil con guacamole y lima. Los tacos se sirven ya montados, con pico de gallo y cebolla morada. Correctos.
Tartar de atún rojo con aguacate y grisini de sésamo. Ración generosa, guacamole casero y pescado fresco aunque un poco falto de sabor.
Costillas glaseadas con verduritas y patatas. El mejor plato de comida, carne muy sabrosa, tierna y perfectamente asada. El puré de patatas que las acompañaba prescindible.
Terminamos con dos pizzas, una de pepperoni, embutido de sabor picante parecido al salami, y otra de butifarra con queso scamorza. Masa no muy gruesa, de tamaño medio y cargadas de ingredientes. Bastante buenas.
Carta de vinos corta, con referencias interesantes. Nosotros nos bebimos un par de botellas de Carramata, un verdejo de Javier Sanz con personalidad, que nos gustó bastante.
No hubo sitio para el postre y terminamos con unos cafés. Buen ambiente, domingo a mediodía y el sitio lleno principalmente de fauna de La Latina, muchas barbas, sombreros y ray-​ban. Servicio amable pero muy desbordado, con algún despiste que se supone que irán corrigiendo.
Salimos a unos 25 € por cabeza, relación calidad-​precio que consideramos correcta. En resumen, un local precioso que hay que visitar. No sólo se está muy a gusto, sino que además no se come mal. Nos ha gustado, dejaremos pasar algún tiempo para que pulan los fallos de rodaje y volveremos.

Recientemente han abierto este establecimiento y os voy a contar un poco sobre él:
El Imparcial es un sitio donde sentirte cool, moderno, hypster, elegante, con clase… Donde no te hace falta un coach para subirte la moral. Es un sitio MUY bonito, decorado en su mayoría con mármol, tanto el suelo como las barras, y con un estilo muy vintage fusionado con el encanto del edificio original. Vamos, que según estás leyendo esto te están entrando ganas de venir a llenar tu Instagram.
Se compone de dos plantas, una a pie de calle donde tomarte algo rápido (ojito con el escalón grande, que yo no ví y casi soy el primer hospitalizado del local), y otra superior que es mucho más agradable y encantadora con un salón grande lleno de ventanas que dan a la calle Duque de Alba. Aquí es donde a parte de tomarte algo, puedes picotear o comer/​cenar y sobretodo, conquistar a esa personal tan especial en una mesa de la ventana haciendo la típica cutrez de esconder el anillo en la copa de vino.
A parte del salón, tienen una tienda anexa muy «cuca» y muy bien montada, ya que después de unos vinos te dan ganas de comprarte toda la tienda de las cosas monerrimas que tienen. ¡Ah! También tienen un baño MUY bonito, es más, parte de esta reseñà la escribí desde allí. Es tan bonito que te da hasta lástima de dejarles un regalillo.
Respecto a las bebidas solo decir que el precio de la copa de vino está sobre los 2,80 € y son vinos de alta calidad, la comida aún no he tenido la suerte de probarla pero sé que los dueños son los mismos que el Maricastaña, así que aciertas seguro. Tienen menú diario por 12 €.
Sin duda, un gran sitio para el barrio.
PROS: Todo es muy bonito, si sufres del Sindrome de Stendhal no entres o te desmayarás de lo mono que es todo. También te da pié a impresionar a quién tu quieras.
CONTRAS: El baño es muy bonito y da lástima mancharlo.