El Goloso Campus

Esta reseña está destinada a aquellas almas peregrinas que alguna vez en sus vidas dan con sus pies ocasionalmente en la Universidad Autónoma de Madrid desconociendo por completo su geografía y posibilidades gastronómicas, que son escasas pero valiosas. Los asiduos a la Universidad ya conocerán a la perfección la importancia de este lugar.
Lo principal es que es el único lugar del campus en el que sirven un café digno de ese nombre y que no tiene fama por sus efectos laxantes sino por sino por sus virtudes bebestibles. Incluso si eres un estudiante con pocos recursos merece la pena poner unos pocos céntimos de más para dar un salto cualitativo a la hora del desayuno.
El restaurante, replica universitaria del originario El mirador del Goloso, situado en la carretera de Colmenar, es una especie de milagro o aparición situado en un lugar que fuera de las escuelas y facultades está enclavado casi en medio del campo y que no cuenta ni con un ultramarinos en sus proximidades, como suele acontecer por lo general en los campus universitarios.
En semejante entorno la oferta que proporciona este restaurante es como encontrar un cargamento de conservas perdido procedente del naufragio de algún Queen Mary en medio de una isla desierta en la que sólo hay cocoteros. Así, mientras en las cantinas de las facultades y alrededores por lo general he tenido que enfrentarme con largas digestiones y ruidos gástricos hasta la fecha desconocidos en el Goloso Campus todo es música y armonía para los sentidos. El menú cuesta el doble que en el resto de establecimientos de la universidad, pero en comparación con los precios de Madrid es un coste más que aceptable que invita a darse un homenaje de vez en cuando. Con cocina clásica de temporada, acompañada de un buen Rioja de mesa, el factor sorpresivo puede estar en los postres; la última vez probé una torrija al vino a la que me dieron ganas de cantarle una saeta.