El Atril

Hace unas semanas, estábamos tomando unas cañas por la zona (vivimos al lado) y me dijo mi churri «anda, en este no hemos entrado nunca». Dicho y hecho, para allá nos adentramos.
Según entramos, estaba sonando Rafael (sí, tengo que admitirlo, además del rock, el jazz y el blues, me gusta Rafael, que le vamos a hacer…). En cuanto eché un ojo alrededor, fue evidente que nos habíamos metido en un bar gay. Perfecto, una de nuestras zonas favoritas es Chueca. Lo que le falta a mi modo de ver a este local es el encanto de los locales de Chueca. Me pareció un sitio frío, demasiado grande tal vez… no sé
Le coloco tres estrellas, por esa necesidad de ciertos colectivos a etiquetarse y es que después de Rafael, comenzaron a sonar todos los himnos de liberación gays y tristemente, soy de los que da mucha importancia a la música de los bares y Alaska, Jimmy Somerville y en general la música de sintetizador, no es santo de mi devoción.
No obstante, también he de decir que era muy pronto (sobre las 9 de la noche), por lo que probaremos a ir un día más entrada la noche y comentaré.

A ver a ver… ¿escribo el comentario desde una óptica gay o no? uff que complicado!!! El garito en si mismo es un garito sin más punto número uno. Solamente he estado allí los domingos número dos. El bar está lleno de gays al roce. La música es petarda. Pero que queréis que os diga es un bar divertido, principalmente porque la gente ya llega calentita de haberse tomado sus copas por la Latina, y al final te lo acabas pasando bien.

Que decir de este lugar!!! Divertido, divertido, divertido. Its rainning man, de todos los gustos y tipos, de ambiente, claro esta. Y se pone hasta arriba los domingos. Buen plan si te lías después de comer o de las cañas de la Latina.

Después de empezar en La Sixta, el cuasi contiguo bar El Atril es parada obligatoria.
Lo mejor/​lo peor del bar es lo mismo, que está hasta arriba de gente. Casi no te puedes mover, pero el ambiente es tan propicio a charlar con la gente achispadita que hay alrededor que casi se agradece.
La música es eminentemente chochi y marica, que es lo que nos gusta a los que vamos y es oir Alaska y darlo todo
Por último, a destacar, los cuencos tamaño barreño de pipas a disposición del cliente, lo que hace proliferar la sub especie de marica hámster entre los que me incluyo, con los carrillos llenos de pipas y escupiendo cáscaras sin parar entre trago y trago de gintónic.
Definitivamente, la tarde noche del domingo, HAY QUE IR.
Ah, y si eres fumador, hay altas posibilidades de ligar entre los fumetas que charlan en la puerta. :)

¿No es este el bar más divertido de todo Madrid? Sorprendentemente, en El Atril, los domingos (no intentes ir otro día, porque no mola tanto) se respira un aire diferente. La gente habla entre sí aunque no se conozca de nada y todo el mundo está como con un humor especial.
Este lugar es, además, absolutamente recomendable: tiene buenos precios, los camareros son simpatiquísimos, antes de cerrar sacan sandwich para que la gente se los coma, siempre hay pipas en la barra…
La música apenas se oye, pero en el fondo te va a dar igual. A veces puede resultar algo agobiante por la cantidad de gente que se concentra, pero a la segunda copa te lo estarás pasando tan bien que se te olvidarán los apretones.

Quizás el bar de ambiente más divertido de los que se ubican en la «pequeña Chueca», que para los que no la conozcáis se extiende a lo largo de la calle Calatrava y su zona de influencia.
El Atril tiene dos fases lunares. La menguante curiosamente es nocturna. Los fines de semana no está muy animado. Hay gente, pero sin agobios. Puedes bailar al ritmo de sus clásicos: Rafaela Carra, Alaska, Camilo Sexto… Es raro que se cuele algo moderno, pero da igual, aquí la parroquia baila hasta un martinete.
La fase creciente es diurna y dominical. Los domingos de rastro es un lugar de peregrinación. No es extraño hacer cola a las siete de la tarde para pasar del cañeo al copeo. Seguirás bailando a los clásicos, pero más apretadito.
Es un local para pasarlo bien. Cualquier excusa vale para hablar con quien cruces la mirada, con quien coincidas en la barra para coger tu ración de pipas, nadie se guarda nada para adentro.
Aquí ligas seguro. Yo tengo un noviete oficial. Nos damos dos besos cada vez que nos vemos. No hemos pasado de estos besos fraternales, por mi condición de hetero, pero no descarto una relación epistolar. Nunca se había fijado en mí un humano tan bello

Bueno, bueno, bueno… Este bar me enamoró instantáneamente. He de decir, que aquel domingo que entré a las 5 de la tarde, no sólo lo descubrí a él, sino a esas tardes domingueras de marcha madrileña… y claro, quedé prendado, pero después he ido a otros locales, y no molan tanto como éste.
No es muy grande. Tampoco es pequeño, aunque sí se queda pequeño cuando se llena hasta arriba. Su personal es encantador, siempre con una sonrisa en la cara. En la barra ponen frutos secos, palomitas, pipas… y es un vicio mientras estás de copichuelas y bailoteos con tus amigos… cualquier día me atraganto y la liamos…
Los clientes y la musiquilla son lo que más me gusta del local. No hay gente estirada, todo el mundo es muy llano, y dispuesto a mantener una conversación agradable con cualquiera. No es el típico bar gay en el que todos miran al techo. En absoluto.
Ojalá tuviera este ambiente los sábados por la tarde. Si fuese así, no saldría por la noche nunca. Siempre salgo de éste bar con la sensación de haber hecho algo genial que me ha saciado por dentro. Me río, bailo, conozco gente, y pago un precio razonable por las copas, que además, nunca me han dado resaca (con lo que bebo…).
Aconsejo a cualquiera que se pase una tardecita de domingo y luego cuente por aquí qué le pareció! Te encantará!

Lo que más me gusta cuando voy a El Atril es sentarme encima del piano, sé que está mal hecho, pero es un imán. La música es variada siempre dentro de los iconos gay como pueden ser Mónica Naranjo, Madonna o Lady Gaga entre otros.
Las copas están a buen precio y a no ser que haya mucha gente te atienden enseguida. Siempre tienen boles con algún snack como «kikos» de esos de los grandotes o pipas, vamos que como no se puede fumar, pues ale, a darle a otros vicios.
Mejor no ir domingo porque no cabe ni una aguja.

Ningún sitio de Madrid ha sabido reinventarse tanto como el Atril. De modesto bar donde hace 10 años la gente se reunía para jugar al Trivial y comer kikos a icono gay de las tardes dominicales de Madrid. Y todo esto sin cambiar de dueño ni camareros.
Si el episodio del perro de Ricky Martin no fue suficiente para hacerte ver el poder del «boca a boca» pasate por este bar un domingo a eso de las 20h y observa, mientras esperas la laaarga cola para entrar, como un bar cualquiera se convirtió en el sitio gay de moda. Y sin estar en Chueca!
Si te gustan los bares de ambientes, las grandes aglomeraciones (porque otra cosa no, pero «petao», este bar está siempre «petao»!) y eres de los que se reservan los sábados para soltarse la melena en el séptimo día… No dudes y tómate una copilla en el Atril. Lorenzo, su dueño, te atenderá encantado.
Y cuando estés por alli presume de sabelotodo y cuenta a tus amigos que en aquel bar… hace la tira de años una por aquel entonces aun desconocida cantautora aterrizaba allí ofreciendo un concierto en aquel piano… Su nombre, Rosana.

Un lugar que no estaría mal si el trato fuera algo más agradable y la resaca brutal a la mañana siguiente no te hiciera dudar de la calidad de su alcohol.

Bar que podemos considerar after-​hour, un bar donde reposar despues de pasar una movida noche de fiesta. Ambiente tranquilo y agradable y trato bueno nada del otro mundo pero correcto al menos. Un bar para descansar