Este bar cercano a mi trabajo suele ser nuestra tercera opción de merienda cuando los otros dos están impracticables porque están celebrando algún evento en su interior. No tiene nada especial, es un bar de barrio pequeño, al uso de los que tenemos al lado de cualquiera de nuestras casas, pero su ubicación sí lo hace especial, dado que en esta zona lo que se estila ahora son sitios más elaborados, bonitos y, cómo no, caros. Habitualmente no tiene mucha gente, de hecho los viernes por la tarde(es el día que salimos a merendar fuera) solemos estar solos. El camarero puede parecer un poco distante al principio, pero si sacas un tema que le interese(¡le gusta la política!) se viene arriba y tiene buena dialéctica. En cuanto al producto, lo esperable de cualquier bar de barrio, ni más ni menos, incluyendo sus tapas justitas con cada consumición. Nosotros somos más de otros sitios cercanos que suelen tener más parroquia y con aperitivos más contundentes, aunque confieso que, puestos a comparar, prefiero este en el aspecto de la tranquilidad y la conversación del personal.