Défilé Café

No pedir el salmón con espinaca y rucula frita. Me hizo vomitar en la noche por la cantidad de aceite y grasa q llevaba. Sobretodo la rucula y espinacas fritas. Muy indigesto para después ir a dormir. Estaba bueno pero luego lo pagas.

Looks like a new bar. I hung out here solo just drawing in the ambiance which is quite pretty inside. Their glass of red (2 €) and I ordered desert (5 €)… Their service is very relaxed. Music is in point with some catchy top 40’s. The saving grace in this establishment has to be their Wifi ^_^

Aunque estuvimos con otros Unilocalers en el local la semana pasada y cada vez lo tengo menos fresco, no quería dejar de comentar igualmente mis impresiones sobre Défilé Café. La cosa iba de picar croquetas. No era el jamón inicialmente previsto, pero si la croqueta es buena, importa poco. Y buenas estaban. Muy buenas de hecho.
Llegué el primero al restaurante, por esas cosas de no estar más en la oficina y que no me cayera un marrón de última hora :-), y, mientras aprovechaba la hora feliz (dos cañas al precio de una hasta las 21:00h) me fije en la decoración. Me agradó bastante, no es un local grande pero está bien ambientado, con sencillez pero sin llegar a ser sobrio ni aburrido. Tiene tres zonas diferenciadas, la barra según entras a la izquierda, que es donde estuvimos toda la noche, una zona de mesas en el fondo, con cierto toque intimista y romántico, para tomar un buen vino en buena compañía y la zona de restaurante propiamente dicho, en la planta de abajo, que no visité.
Comenzamos a pedir cervezas y sacaron las primeras tandas de croquetas, de boletus, buenísimas, de bacalao, igualmente sabrosas, de jamón, todo un clásico, y alguna más que ni pregunté de que eran. Riquísimas. Coincido con el resto de mis compis, todas, salvo las de marisco. Y no es porque estuvieran malas, es por los tropezones exagerados que tenían de sorpresa. El mejillón entero o la gamba sin trocear vamos. La verdad es que originales eran, pero no me simpatizó mucho. No les hice ascos pero casi prefiero todo bien troceadito. Y siguieron sacando croquetas toda la noche. Nos pusimos las botas.
La experiencia fue muy divertida y me lo pase genial. Los camareros muy amables y atentos. Todo un #EpicWin el atracón de croquetas pagando solo las bebidas. Desde luego fue una noche muy agradable, que habrá que repetir.

Pues ayer cambie bastante de opinión sobre este sitio. Siempre lo había considerado de los de que «te crujen el alma» con la dolorosa (cuenta) y me confundí, así que me arrepiento profundamente haberlo evitado durante tanto tiempo. Me volveréis a ver pronto.
Al principio pensaba que el rollo iba de jamón, y casi que me había comprado un paquete de regañas de Roldán, para empujar al jamoncito, y … la cosa se viró a croquetas. Deliciosas, me gustaron todas, incluida la de mejillón entero (al principio me dió un poco no se que …)
Me decante por la cerveza, por continuar con las que ya llevaba de la Taberna de Angel Sierra en Chueca, pero en el sitio se presta mas regar con vino.
Muy buena atención, buenos precios, y te puedes deshacer de cheques comedor!

Aunque en principio íbamos engolosinados con la idea de comer jamón nonstop, el cambio a croquetas no tenía tampoco mala pinta. Y cuando empezamos a probarlas, se nos olvidó la pata de jamón por completo, vamos. Buenísimas las de boletus, las de bacalao también, y, como el resto de la gente, encontré un fallo al no trocear los mariscos en las de idem.
El sitio es muy acogedor, los camareros bien majos y serviciales, y las patatas fritas que te ponen con las bebidas ESPECTACULARES. Pero volviendo al evento, la idea de comer un producto, en el caso de anoche croquetas, y sólo pagar las bebidas me parece de lo más apetecible. Aunque la salita invitaba también a acercarse un día a comer o cenar. Si el resto de la carta es tan rico como las croquetas, merece la pena probar a volver otro día. Yo, desde luego, lo haré.

Cada dos jueves hacen un evento especial: el otro día fue de jamón, y ayer, precisamente, de croquetas. La Fiesta Coqueta, lo llaman, y por cada consumición, podías comer las croquetas que quisieras. A mí, a priori, me parece una excusa ideal para salir un juergues por la noche. Comer croquetas y beber (en mi caso) vino. ¡No creo que haya mejor plan!
El sitio es relativamente barato, sobre todo en lo que a las consumiciones se refiere. Bebimos cañas, dobles y copas de vino, y las copas de vino estaban a 1,50 €. Un precio de lo más adecuado, teniendo en cuenta que una de ellas corrió la mala suerte de acabar hecha trizas en el suelo. El cristal cuesta, de hecho, más o menos eso.
Pero a lo que íbamos: al final la cosa se animó, pero la realidad es que al principio, las croquetas iban saliendo un poco con cuentagotas. Cuando se calmó la hora punta, eso sí, pude probarlas casi todas. Buenísimas las de boletus y deliciosas las de jamón, aunque eché en falta las croquetas de cocido que son las que siempre me han fascinado.
Y me pasó como a José Antonio, que las de mariscos no me llegaron a convencer. Me encantan las croquetas de mejillones, pero en este caso, el mejillón entero estaba dentro de la bechamel, y yo siempre las he comido con el mejillón mezclado, lo que confiere más sabor a la tapa, de otro modo el primer bocado y hasta que encuentras el mejillón es un poco como «mmmm, qué riquísima esta croqueta de bechamel».
Eso sí, nos trataron fenomenal. En la planta de arriba el ambiente es más de tipo bar, mientras que la de abajo es un restaurante propiamente dicho, en plena cava. Al final de la noche incluso nos sacaron unos huevos rotos con aceite trufado de parte de la casa (que estaban espectaculares) y nos pusieron un chupito de crema de orujo, para asentar el estómago antes de irnos a dormir.
Ahora me da pena no haber entrado antes, porque lo que yo creía un lugar caro, es un sitio con una comida riquísima y unos precios de lo más ajustado.

Y yo que pensaba que las croquetas de mi madre eran las mejores, pues no, lo siento Mama, pero te han ganado.
Las croquetas de este sitio son espectaculares, a cual mejor, aunque yo trituraría un poco más las gambas y los calamares, pero aún así, buenísimas.
El stio esta muy bien, puede ser bullicioso, en la barra, o más íntimo, en sus pocas mesas. La atención, muy buena.
Un sitio para volver y si no has ido, para conocer.

Bueno, pues llegué aquí atraido por el cebo corquetil, pero el propio local me ha encantado. Decoración sin estridencias, bien atendido, amplio…
En cuanto a las propias croquetas (no olvidemos que ese era el tema del evento) las de boletos, y jamón merecen ambas un 9’5 en mi tabla croquetera. Las de bacalao se quedan en un 9 a secas ya que yo las hubiera preferido con más intensidad de sabor (aunque entiendo que haya quien las prefiera más suaves)
Las de marisco variado, por el contrario, no me parecieron a la altura, de hecho el concepto no me convence: una gamba entera dentro de una croqueta… no. Picada y bien mezclada con la bechamel estaría mucho mejor y además mejoraríà la consistencia, ya que eran incluso difíciles de manejar.
Salvo ese detalle (y entiendo que la cosa irá en gustos) todo me pareció perfecto. Repetiré sin dudarlo.
Por cierto, en un stand tenían los vinos de la lujuria, la avaricia, la gula y la ira, pero por más que miré no estaban ni la pereza, ni la envidia ni la soberbia. A ver si la próxima vez logro encontrarlos

Nos encantó la decoración, comida buenísima y muy creativa.
Valor añadido: puedes disfrutar de la mejor moda del momento. Os lo recomendamos!

Despues de 2 años han abierto otro en la calle Hermosilla
Habitual de famosos y copas de la mejor calidad los fines de semana por las noches
Ambiente selecto y el menú diario mantiene los precios y la originalidad
Casi todos los jueves en alguno de los dos hacen catas de vinos o de delicatessen tipo setas, gambas etc o fiestones de la muerte
La dueña es rusa con lo q el ambiente cosmo esta asegurado
El dueño es simplemente un crack
Yo desde q lo descubrí no salgo de ahí

He estado en este restaurante en dos ocasiones. Me parece muy bien decorado ya que entras como en una cueva y cuenta con una decoración muy moderna, un sitio muy fashion.
La primera ocasión estuve desayunando y sin problema, todo muy bueno. El desayuno era normalito pero muy rico todo. La segunda vez que estuve fui a comer y me encantó.
Estuvimos 4 personas comiendo y recomendaríà la ensalada de tomates raff con aguacates y langostino, los huevos rotos con sobrasada y el bacalao confitado. Todo buenísimo.
Salimos por unos 20 – 25 € persona vino incluido. Repetiremos.

Este restaurante/​cafetería es muy bonito y sofisticado. Tiene dos plantas, la de arriba a nivel de la calle es más fría, y es la que abren para desayunar. La de abajo es un sótano abovedado, con ladrillo visto, sillas y sofás, muy bonito.
Yo sólo he estado desayunando, y la verdad es que sirven unas tostadas como pequeños panecillos, con jamón y tomate, que están para chuparse los dedos, y muy barato. Te lo ponen todo en un platito muy bien presentado y por separado, y te montas la tostada tú mismo. El colacao es un poco pequeño y no siempre calientan las bebidas bien. Los camareros están un poco despistados y en más de una ocasión alguien se ha tenido que esperar mientras los demás comíamos a que trajeran lo suyo porque lo habían olvidado. Y lo peor, es en invierno, pues tienen una puerta de cristal simple, que tarda mucho en cerrarse, y la corriente realmente se llega a hacer insoportable a veces. Nadie cierra la puerta al pasar.
Aún así, se desayuna muy bien, sienta estupendamente pues los ingredientes son de calidad, y tienen productos muy originales, como pequeños crepes salados o dulces para tomarlos en lugar de tostadas. También he visto la carta del restaurante y todo es innovador y llama mucho la atención, no es demasiado caro.

Este restaurante abrió recientemente y se convirtió rápidamente en uno de mis favoritos. Me pareció que lo tenía todo: me encantaba el local, con su típica cueva madrileña decorada de forma muy moderna, y me encantaba la comida, con su carta corta pero creativa. El dueño quiso dedicar este restaurante a su pasión, la moda, a la que dedicó algunos guiños de diseño en la decoración y en la carta. Ya veis que ha hablado en pasado y es que todo cambió en poco tiempo, por culpa de algo que tiene fácil solución, pero por lo que sé aún no se ha solucionado. Me explico: las dos primeras veces que fui a cenar, la experiencia fue redonda y agradable porque el servicio fue muy amable y profesional. Las dos últimas veces la experiencia cambió de forma radical, por culpa de un camarero bastante borde y muy poco profesional. Ya veis lo importante que es el servicio, que puede echar por tierra un negocio tan redondo y un restaurante tan bonito. Que conste que, tras la primera experiencia negativa di un voto de confianza y volví, porque me daba pena no hacerlo, pero tras el segundo fracaso decidí no volver. Ya he puesto mis razones en conocimiento del dueño y espero que actúe para poder volver a este restaurante que tanto me gustaba. Mientras tanto, si vosotros queréis arriesgaros…