Dassa Bassa

Segunda vez cenando en este restaurante y la misma buena impresión. Decoración minimalista, imagen muy cuidada. En ambas ocasiones he tomado un menú degustación a buen precio y que me ha sorprendido muy gratamente. Buena carta de vinos. La atención y el servicio muy buenos.

Me extrañó ver que este lugar tiene críticas de lo más contradictorias: gente encantada con el ambiente y la comida y gente que lo califica como de los peores a los que han ido.
Decir que me ha sorprendido de forma positiva.
Reservamos con una oferta que ofrecía un menú degustación. Si bien la oferta era para 16 platos hay que tener en cuenta que dentro de esos 16 platos se incluía todo: 6 entrantes (no son realmente entrantes sino pequeños aperitivos), 4 principales, 2 postres (sólo pusieron 1), 2 aguas y 2 copas de cava (sólo nos pusieron 1).
La comida estuvo bien servida y los platos bien explicados.
Tomamos, como aperitivos para compartir, chips de yuca con alga nori, capuccino de tapioca con parmesano, aceitunas y esférico de campari. De principales, puding de cabracho con salsa de almendra y ensalada y huevos con setas y espuma caliente de patata y trufa. Un plato principal de pescado, dorada con sésamo, jengibre, calabaza y coco. Y un plato principal de carne, carrillera al vino tinto con semillas de girasol y puré de apio. El postre consistió en una copa de tiramisú con helado de chocolate.
De sabor muy ricos todos ellos, a excepción de uno de los platos de carrilleras, que estaba duro y se quedó entero en el plato. Me extrañó que con el precio que se paga el camarero ni siquiera preguntara porqué estaba entero.
Las raciones no son especialmente grandes, aunque para una cena es más que suficiente.
El comedor me gustó, sencillo de decoración y con un ambiente tranquilo. La entrada y las escaleras hasta llegar al comedor no se corresponden con el resto de la decoración. El baño bien, aunque un poco descuidado.
Es caro, así que recomiendo a quien quiera probarlo que busque algún descuento y oferta.
El chef salió al final de la noche y saludó a los clientes que quedábamos, me pareció muy educado y es un detalle que se preocupe de qué opinan los comensales.

Para ir y repetir… pide pan y moja :)
Unos pueden estar atraídos por la figura de Darío Barrio, otros por curiosidad ante sus propuestas gastronómicas, yo os dejo mi opinión sobre ambas.
Fui por primera vez a puerta fría porque vivía en la zona, nos decantamos por un menú degustación dándoles margen para impresionarnos, y vaya si lo hicieron…
Como amante del arroz me pareció que el punto era brutal, por eso lo destaco, pero el paseo de plato en plato fue de verdad espectacular, nadie se quedó con hambre que en este tipo de sitios suele pasar.
Recuerdo un huevo con trufas que estaba de muerte.
Terminada la cena por mediación del Chef nos unimos con otras mesas y estuvimos de fiesta hasta altas horas de la noche.
Puede que no me creáis por eso os dejo un video como prueba:
Buenísima comida y muy buena gente Darío.
Siempre que paso por Madrid voy y nunca me ha decepcionado.

He estado una vez en este sitio en una cena de Navidad, y otra poco después de su re-​inauguración. Y tengo que reconocer que la comida es buena, que a todo el mundo le encanta y que Darío Barrio es muy buen chef. Como alguien ha comentado, Darío, pese a su «mediaticidad», siempre (o casi siempre) se acerca a las mesas a ver qué tal ha ido la cena o la comida, y eso se agradece.
Sin embargo, mis tres estrellas vienen más porque en el Dassa Bassa he comido lo único en toda mi vida que me ha dado un poco de asco. El resto de la comida fue deliciosa, pero recuerdo perfectamente que el primer entrante de nuestro menú degustación fue algo así como una gelatina de gin-​tonic con un berberecho dentro. Servida en un chupito, era una especie de bola que, al contacto con la lengua, explotaba y dejaba fluir al gin-​tonic y al berberecho.
Vaya por delante que a mí ME ENCANTAN los berberechos y ADORO el gin-​tonic. Pero esto no fue lo mío. Cuando la pelotita se abrió en mi lengua, no me gustó nada la textura del plato, e incluso me dio un poco de angustia tragármelo. Creo que fue únicamente cosa mía, porque mis acompañantes mencionaron que les había parecido lo más, pero a mí al final ese plato en concreto me dio la comida, y todavía a día de hoy me acuerdo de él y de la sensación de malestar que me produjo al probarlo.
El resto de la comida fue más que correcta y estuvo toda buenísimo, pero yo ya solo podía pensar en el maldito chupito. El local, por otro lado, está dividido en dos plantas: arriba el gastrobar, con unas tapas bastante asequibles y una selección de vinos muy buena; y abajo el restaurante, en una especie de cava. Tampoco me gustó mucho ese aspecto: las cavas son geniales, pero la realidad es que son sitios demasiado oscuros, y uno termina sintiéndose como en una cueva si no están correctamente iluminadas.

Uno de los mejores restaurantes de Madrid y uno de los mejores restaurantes en los que he comido en mi vida. Con el chef ‘mediático’ Darío Barrio a la cabeza, Dassa Bassa es de esos lugares por los que merece hacer un esfuerzo económico, aunque sea una vez al año.
Estuve con mi chica y pedimos arroz con bogavante para compartir (tuvieron la delicadeza de servírnoslo en dos platos diferentes y todo), sublime, con el bicho ya despojado de las cáscaras y con su punto de caldo; y de segundo yo pedí un solomillo, con un punto sencillamente perfecto. Regamos la cena con un Dominio de Tares, que es un vino relativamente barato y que ya conocía de sobra; me sorprendió que tuviesen vinos tan asequibles de precio en la carta, algo que agradecimos.
El mismo Darío Barrio se acercó a los postres a preguntarnos qué tal había ido todo. Cuando el chef se toma esas molestias, a mi modo de ver, el restaurante suma unos cuantos puntos más. Aunque Dassa Bassa, sólo con la comida, ya tiene más que la mayoría. Volveré el día que pueda.

Un menu muy caro con una comida pintoresca pero nada especial. Normalmente doy mas explicaciones, pero esta vez lo digo claro. Ahorrraoroslo. No merece la pena pagar tanto por algo tan normalucho.