Hay cosas que uno no quiere que dejen de existir. Mientras que Starbucks o Nespresso se afanan por cambiar ese concepto tan español de tomar el café, instaurando modas norteamericanas, hay tiendas, como Cafés Pozo, que parecen rescatadas del olvido pero que tal vez no podemos permitirnos el lujo de perder para siempre. Pastas de té de las de toda la vida, caramelos de esos de menta que mi abuelo guardaba en el cajón, pirulíes que sólo creíamos que existían en las historias de posguerra que nuestros padres nos contaban de pequeños, y cómo no, café, el mejor café. No tienen mucha variedad, tal vez siete u ocho, pero sin lugar a dudas de una calidad extraordinaria: Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Kenya… tienen uno que se hace en El Tambo, Colombia, que ostenta el privilegio de ser el café cultivado a mayor altitud del mundo. Los paquetes de 250 grs. cuestan 3,90 euros, y ellos mismos te lo muelen para cafetera italiana. Y un apunte más, sólo para los grandes cafeteros: tienen un jamaicano gran selección a 98 euros el kilo. Yo nunca lo he probado, pero ahí queda…