Blanca 6

Muy rica la hamburguesa y el crêpe. El lomo de sardina también rico aunque un poco escasa la ración

Me encanta el local y me gusta bastante la comida. Del local, veo que se han hecho muchos comentarios, por lo que secundo la moción, muy bonito. En cuanto a la comida, tienen una mezcla de «sabores del mundo» bastante amplia y los precios no se van mucho de madre, por lo que de vez en cuando está muy bien pasarse por allí.
Como parte negativa, el local es muy pequeño, por lo que o te lo montas estilo europeo, que es lo que nosotros hicimos el otro día, yendo a comer a las 13.30, o tienes que estar dispuesto a esperar un buen rato.

Fuimos a comer tres amigos el viernes, a primera vista todo muy bonito. Muy local «artesanal» cada mesa diferente, dos niveles, un espacio pequeño pero bien distribuido. La carta parece escrita a mano, tienes de todo un poco. Probamos el provolone y el hummus, el primero estaba rico el segundo bastante X, te lo dan con crackers saladas pero no me dice mucho, he probado mejores!
Ya de segundo me comí una crêpe, estaba buena muy sana, mis amigos comieron hamburguesas y un plato griego… Ambos quedaron satisfechos.
Un lugar para probar, el servicio educado y muy amable.
Precios en el rango del barrio y del tipo de local.
Seguid así. Seguro volveré.
Pd se llena siempre así que mejor reservar.

Si puedes reserva porque siempre esta a tope. Y prueba su hamburguesa es la mejor que he probado.

He tenido dos sensaciones raras con este local. Llevo semanas queriendo entrar y probarlo y parece ser que mi idilio gastronómico con este local no empieza con buen pie. La primera intentona fue un sábado y justo llegamos y estaba la cocina cerrada. Que rabia! Lo entendí pero la forma de decirlo no me gustó, el camarero de la barra nos lo dijo como con desgana, como invitándonos a irnos… podríamos haber tomado algo si la sensación de bienvenida hubiese sido otra. El restaurante está abierto durante todo el día, por eso pensaba que podríamos tomar algo y quizás picar alguna cosa fría. Pues nada, no. Nos insistieron que estaba cerrada la cocina. Así que mi acompañante y yo nos fuimos.
La segunda intentona por enamorarme de este sitio, porque el local es precioso, todo de madera+flores, fue por la tarde, también un fin de semana. Eran las 19.30 y no había nadie. Lo primero que nos dicen es que las mesas están reservadas para cenar a las 21 horas, por lo que de primeras cuando me dicen eso me hacen sentir fría. Queda un buen rato y no me aporta comodidad, una buena bienvenida. No voy a monopolizar las mesas, hay unas cuantas, y simplemente quiero un café. Así que el camarero muy distante nos sirve un café y un té, en ningún momento sentí que el camarero quería que nos quedásemos, más bien fue como un «te sirvo rápido para que te vayas» y eso que el bar estaba vacío completamente. Incluso tuve la sensación de que estaba cerrado, pero volví a ver que habrían todo el día. Con el café y el té no pusieron nada. Hay sitios que te ponen alguna galleta y eso le da un toque agradable, así que me pareció todo como muy de fachada. Además, esa sensación de estar sola en un bar y tener que escuchar como el camarero cuenta su vida personal nunca me ha gustado, me parece muy incómodo, parece que esté molestando en vez de sentirme como un cliente a gusto y cómodo.
Supongo que la comida está buena porque estaba todo ocupado para cenar esa noche, no son muchas las mesas, pero llamaban y el camarero decía que estaba todo reservado. Así que espero que a la tercera sea la vencida y podamos probar algo rico y el trato sea más cercano y menos ‘palo metido por el culo’.

Pues o el resto es muy exigente o yo tengo la mano abierta, pero el Blanca 6 me ha encantado, conceptualmente y a nivel gastronómico. Es de esos nuevos sitios MUST que están floreciendo por el Triángulo de Almagro: un «nuevo» oasis para sitios JYAC (Jóvenes Y Algo Caretes). Alrededor de nuevas empresas y bufetes de abogados… ya se sabe. El caso es que la zona mola un huevo pero algunos se aprovechan.
Y el Blanca 6 te invita a entrar porque, no nos engañemos, la estética de madera y «urban/​rusti/​cool» nos mola. Y el buen trato nos mola. Y ver la carta escrita a mano en la puerta nos mola.
Con lo cual, pedir unos entrantes (cualquiera), una ensalada o una hamburguesa (con mucho queso, bacon extracrujiente y curry) y una tarta (de queso o el volcán de chocolate) se convierte en un placer que merece mucho la pena. No tienen menú del día, pero sí recomendaciones. Aunque la mía ESPERO que os haya quedado claro cuál es [VER FOTO DE LA HAMBURGUESA].
Ya me contaréis…

Overrated. Hamburguesa: pan demasiado duro. No te preguntan el punto de la carne. Está suela de zapato. Espárragos insípidos.

Bonito sitio de cocina europea de mercado, tan en boga actualmente. Sólo por lo cuqui que es todo merece pasarse. Pero no sólo es imagen, la comida es buena, aunque el precio sube un poco.

Cocina de mercado, carta variada con platos para todos los gustos (la hamburguesa tiene muchos adeptos), plato casero a mediodía, buenos vinos nuevos y un sitio con mucha luz y encanto (todo handmade). Muy recomendable para cenas entre amigos (tienes varias mesas de grupo), en las que gusta compartir platos y acabar con unas copas. Mucho público femenino en las dos visitas que hicimos. Su filosofía y look arrasa entre las chicas.

Lo primero que tengo que decir es que el sitio es absolutamente monísimo. Si alguna vez yo tuviera el dinero (y el arrojo) para montar un restaurante, definitivamente se parecería mucho a este. Mesas de madera (algunas de ellas simplemente maravillosas, con formas que nunca te imaginarías), decoración entre lo rústico, lo industrial y lo vintage y un espacio diáfano dividido en dos plantas que da gustazo estar allí.
La carta es bastante larga, y aunque no tienen menú del día, sí tienen plato del día. Y además, las raciones son lo bastante grandes como para comer bastante bien con tan solo un plato. Yo opté por una hamburguesa, y la verdad es que estaba bastante buena.
El servicio muy bien: los camareros eran extremadamente simpáticos y nos atendieron de maravilla. Lo cierto es que salí encantado del sitio, y volveré seguro. De precio es algo más caro que los alrededores, pero creo que merece la pena pagar ese pequeño extra.
Por cierto, tienen brunch los domingos. Habrá que ir a probar…