Adorable cantina not too far from the Atocha station. Delicious homemade soup, empanadas and the grilled octopus is outstanding. The staff is lovely and friendly, especially Killses, who brightens the meal with her smile and excellent recommendations. Bench style seating is great for groups.
Marc B.
Classificação do local: 5 Worcester, MA
I stumbled upon Belesar during my first trip to Madrid and just loved the vibe — small, cool music, a bit raw. Since then, I’ve made it a point to stop in every time I have the good fortune to be in Madrid. True to my Rain Man-like instinct to develop a routine, I pop into the Reina Sofia during their free hours(7 – 9), and then come here for drinks or drinks and dinner. The food, by the way, is excellent. Come to Madrid, see art, see live music, eat food here. You’re welcome.
Aitana M.
Classificação do local: 4 Madrid
El otro día decidimos cenar en el Maceiras, lugar de referencia en la zona y al que nos gusta ir, ya que tiene opciones para todo el mundo. Sin embargo, el de la calle Jesús estaba cerrado y el de Huertas hasta la bandera, con lo que hubo un microsegundo de horror ante el conocido«y ahora qué». Digo microsegundo porque los del Maceiras cuentan con un tercer restaurante llamado Belesar justo al lado, con lo que allí fuimos sin dudarlo. La carta es aparentemente la misma(o eso me pareció) y la decoración también resulta similar. Es curioso como, separándoles un muro, no se hayan decidido a tirarlo y hacer el Maceiras más grande. No sé si se debe a que es un muro de carga o a que quieren mantener la independencia de los distintos locales, al fin y al cabo tienen nombres distintos. El caso es que no me importó en absoluto, y estuvimos tan contentos comiendo bravas, croquetas de queso de tetilla y bacalao y unas verduras a la plancha que fueron tan amables de cocinar fuera de carta, ya que el plato oficial es a la parrilla y había algún problema con la misma. Tampoco importó, porque el resultado alternativo estuvo a la altura. Además comimos pulpo y el pan de hogaza no faltó como acompañamiento. El aire acondicionado es discreto, pero eso del calor y del sudor inexplicable de corvas es algo a lo que ya me vengo acostumbrando en este verano infernal. Tanto es así que, por accidente, el aceite del pulpo empezó a gotear por la mesa y llegué a pensar en un primer momento que se trataba de mi propio cuerpo en estado de disolución. La camarera fue muy simpática y, como la mayoría de las veces, pasamos un buen rato.