Sorpresas te la da la vida… un día entras a un sitio, y crees que has hecho el descubrimiento del siglo, vuelves, sigues quedándote con que es maravilloso y a la tercera… a la tercera amigos va la vencida, decides que no vuelves. Lo descubrí al poco de su apertura, unos meses después, buscábamos un sitio para picar algo unos amigos y zasca, ¡qué bien todo! riquísimo, los camareros simpáticos, una maravilla. A los pocos meses volví con uno de mis amigos que me acompañaba el día del descubrimiento, y otra vez nos quedamos encantados(no es barato, pero lo pagamos contentos). Pues hace unos meses decidí llevar a otro amigo, ¡qué chasco! Los pintxos que elegimos normalitos, sobre todo para el precio. Las croquetas en las otras dos ocasiones que había ido habíamos tenido que pedir otra ración de lo buenas que estaban, esta vez nos dijeron que no les quedaban de jamón, que tenían de pollo y dátiles, decidimos probarlas y madre mía, ¡ojalá hubiesen ido hasta El corte inglés a por unas de La Cocinera! Estaban frías por dentro, el rebozo se le caía a la masa… y luego terminamos pagando casi 20 € por una cena muy triste. Tachado de mi lista…