A’Trapallada

ATRAPALLADA, el gallego de Acacias, que poco a poco se había ido convirtiendo en un restaurante de lo más viejuno, especializado en BBC’s (bodas, bautizos y comuniones) y al que daba una pereza terrible ir a comer, se ha renovado completamente.
El local parece más grande que antes. Donde antes había dorados, espejos y caobas, ahora hay maderas claras, minimalismo y mucha claridad, en la línea de los sitios con más éxito de la capital, como los locales de La Máquina o los del Grupo Oter. La propuesta gastronómica también se ha renovado. Dos espacios y dos cartas. Barra y zona de tapeo a la entrada, y comedor más formal al fondo, donde reinan los arroces, el marisco y las carnes a la brasa.
Para un primer contacto nos quedamos en la barra con intención de comer de tapeo. En cuestión de raciones permanecen clásicos como el pulpo a feira o el lacón a la gallega, pero han introducido novedades como las rabas, la presa ibérica o las mini hamburguesas (de sepia o ternera). La carta también tiene un apartado muy interesante de pinchos (realmente medias raciones), a precios amables, que permite probar muchas cosas diferentes.
Dos personas, cayó una de rabas, pequeñas y tiernas, con un rebozado fino, servidas con ali oli de pera, y una de bonito casero en taquitos, servido con un escabeche suave y emulsionado, delicioso, para no dejar de mojar pan. Aquí paramos porque las raciones son enormes, la próxima vez (que la habrá y pronto) nos tiraremos a por los «pinchos», que me parece mejor opción para probar más cosas.
De postre un coulant de chocolate con helado hecho en su punto, tierno por fuera y líquido por dentro. Estaba muy rico, pero en este asunto no me hagáis ni caso, que el chocolate me pirra y no puedo ser objetivo.
En la zona de barra mesas altas y bajas de madera sin tratar, con manteles individuales y vajilla y copas de mucho nivel (Vista Alegre y Spiegelau).
Carta de vinos interesante con mucho vino gallego a precios comedidos, de la que escogimos un godello de Valdeorras «Alma», bastante rico, servido como mandan los cánones.
Viernes a mediodía y local casi lleno. Servicio un tanto despistado, da la sensación que están un tanto desbordados porque no están acostumbrados a ver el local con tanta gente, pero nada que no pueda arreglarse con el rodaje.
Con un cafelito, pagamos 44 euros. Muy buen precio para lo consumido. No hubo chupitos de invitación que sí vimos en otras mesas (minipunto negativo, si se invita hay que ofrecérselo a todo el mundo).
En resumen, nos ha gustado esta versión del Atrapallada, todo un acierto la renovación. Le auguramos mucho éxito pues no hay nada parecido por la zona.

Aún recuerdo las cuñas de radio de este restaurante cuando era canijo… Así que, al enterarme de que vivo cerca, me animé a probarlo.
Se trata de un restaurante gallego que no te deja insatisfecho; se especializa en arroces caldosos (bogavante, chipirones, carabineros) con un precio competitivo, en sardinas y pulpo (todo bien hecho, la verdad) y en postres gallegos como las filloas.
El servicio suele ser bueno, aunque a veces están de cachondeo entre ellos y se nota en los tiempos de atención. Están renovando la zona del mesón, y tiene muy buena pinta, además suele haber ofertas de albariño + tapas gallegas a precios muy atractivos. Lo mejor es la relación calidad precio… Lo peor es lo rancio que puede resultar el restaurante… Necesita una reforma acorde con el resto de las zonas renovadas.

Quedamos para comer mis padres mi hermano mi cuñada, mi chico y yo con bebé incorporado. Como hacía tan buen día decidimos terracita. Nos apetecía un arrocito, algo de comida rica y no excesivamente cara y lo cierto es que fue un acierto.
A pesar de que el camarero que nos atendió no era precisamente la simpatía personalizada, la cosa mejoró cuando empezamos a probar lo que habíamos pedido. De entrantes pedimos sepia con ali oli y medio kg de gambas a la plancha las dos cosas muy buenas. De principal pedimos un arroz con chipirones para dos y carne a la parrilla, todo para compartir. El arroz nos dio para un plato para cada uno (y éramos 6) y la carne quizás un poco pasada de punto, pero muy rica.
Como somos golosos pedimos filloas, muy buenas también.
El «pero», que en la terraza no tengan sombrilla o algo que cubra el solazo!
Un sitio para repetir si quieres algo clásico, rico y no excesivo de precio.

El sitio es muy bueno para hacer comidas de grupo, tiene muchos salones y el servicio muy eficiente, rápido y amable. La comida no es mala, pero no puedo decir q sea rica. Cuidado al pedir, al parecer si lo haces a la carta el precio y calidad son distintos (mejores y más barato) .el menú de grupo muy caro, no incluye bebida y el sabor… Sin más. No es sitio en el que repetiría.

Especialidades en arroces caldosos y mariscos, que están bastante bien. Local con una estética algo pobre para el nivel que se supone que tiene el sitio. Precios algo elevados si sumas el emplazamiento/​local/​comida. El servicio sin ser un desastre podría mejorar. Para comidas familiares de gente de la zona no está mal, han sabido mantenerse a flote promocionandose bien.

Comida de trabajo, con menú de degustación caro, en un ambiente de taberna de barrio a precio de restaurante de verdad. No creo que vuelva si no es obligado y sin pagar yo.

En contraposición con algunos comentarios anteriores, opino que si hay algo de lo que peca este sitio es de tener un servicio bastante nefasto; ¿quiere esto decir que todos sus trabajadores son malos? No, como suele ser habitual quiere decir que tiene a algunos desgañitándose por hacer bien su trabajo y a un par a los que las gónadas les pesan bastante y no hacen más que entorpecer, atender mal y, de paso, ir rompiendo los platos y las copas que se les ponen por delante. Y es una pena porque la comida no es nada mala y las cantidades están muy bien (aunque se paga, por supuesto), pero el tener que pedir las cosas 3 o 4 veces y ver que es por culpa de una persona que está mirando a las batuecas y sin hacer caso al trabajo… Me da mucho coraje, maldita sea.
En cuanto a la comida, todo muy bien, especialmente los calamares, pero las croquetas de gamba, a pesar de ser caseras, son una sosez muy importante y muy bien cobrada para lo que son; ¡que les pongan más mimo (y más sal)!

Día del Pilar, Madrid a reventar de gente. Se nota cuando los festivos no son puente… Decidimos ir a comer a la Atrapallada cerca de las 4 de la tarde. Y ¡millagro! queda una mesa libre. Nos ponen en un riconcito genial, que a mí que voy con niña pequeña me viene muy bien por si tengo que interpretar mi papel de madre histérica.
Pasan como 20 minutos desde que nos sentamos y por allí no aparece nadie. Hay dos camareras para unas 20 mesas. Por fin llega el maitre y claro, parece que les ha pillado por sorpresa tal cantidad de gente porque no quedan ostras, no quedan necoras,… En fin, siempre se puede pedir otra cosa.
Pedimos unas cigalas, unas gambitas y ensalada de la casa para acompañar a los segundos: chuletas de cordero, solomillo y bacalao a la gallega.
Las gambas buenísimas pero las cigalas tenían lo que en mi familia llamamos «tufo». La ensalada espectacular y muy grande para acompañar un plato muy rico aunque sencillo de solomillitos rebozados en huevo y unas patatas fritas riquísimas.
El que pidió bacalao se dejó medio plato porque parecía que habían servido el bacalao entero. Y la chuletitas divinas!
Por fin, mi momento favorito; el postre. No quedan filloas. Qué decepción. La camarera que es encantadora, además de estar pidiéndonos disculpas constantemente por el retraso, nos trae una bola de helado gratis para mi peque.
Así que terminamos pidiendo tarta de Santiago, postre de la casa y soberte de champan.
Todo muy rico.
La cuenta unos 170 euros, contanto también una botella de Ribeiro, una copa y tres cafés.
Quizás han perdido un poco de calidad en los productos pero en atención siguen siendo los reyes. Yo seguiré confiando en ellos.

Uno de mis restaurantes favoritos de Madrid. Cocina verdaderamente gallega. Tienen un menú degustación a muy buen precio, con el que pruebas todas las especialidades del restaurante. Las carnes, pescados y mariscos buenísimos. Lo mejor los pimientos de padrón, las croquetas y las vieras gratinadas. Un consejo, si vais, reservar porque siempre está lleno, y si queréis probar un postre especial, las filloas flambeadas (también las ponen sin flambear, pero están mucho mejor de la otra manera), reservarlo al comienzo de la comida, no os las podéis perder y si no reservas se acaban. Son unas crepes, rellenas de crema pastelera que están buenísimas. El coche mejor que se quede en casa, porque es muy difícil aparcar.

Uno de esos días en los que una madre se pone flamenca y dice que toda la familia se va a comer por ahi, que no quiere cocinar. Y su afición a la radio le había hecho aprenderse de memoria la cuña de Atrapallada, así que como pillaba cerca de casa allí que nos fuimos.
Nos sentaron en la terracita, así que no puedo informar sobre el lleno de dentro, pedimos unos entrantes gallegos con los que hubiera comido toda la terraza y luego dos de los valientes quisieron probar su conocido arroz con bogavante. Cuando trajeron la paellera les advertimos que sólo era para dos y ellos sonrientes nos corroboraron que esa era la ración para dos. Por supuesto acabamos peleándonos toda la familia con el bogavante, y un arroz caldoso buenísimo y en su punto. Pese a nuestros esfuerzos no pudimos evitar que sobrase y pedimos que por favor no nos obligasen a leer los postres, por que caeríamos enfermos seguro. Todo buenísimo, un lugar para repetir, eso sí, preguntando antes el tamaño de las raciones.

En un restaurante bastante amplio que cuenta con salones privados de distinto tamaño. Hay un ambiente agradable y sobre todo un buen servicio. De un pequeño negocio de 80 metros cuadrados, se ha convertido en lo que es hoy en día, un fabuloso restaurante.
Fuimos a comer 4 personas hace unos meses y la verdad es que ya solo con el trato da gusto. En cuanto al estilo de cocina es tradicional gallega, sobre todo especialidades como las carnes y pescados y el arroz con bogavante.
Del menú podemos destacar lo que escogimos que fue ensalada de endibias con queso roquefort, calamares, Besugo a la espalda y arroz con bogavante. Con este último comen perfectamente 2 personas, pero vamos, que el resto también se puede compartir ya que ponen bastante cantidad.
En cuanto al precio salimos por unos 25 – 30 € por persona. Repetiremos.

Restuarante gallego caracterizado por su variedad de mariscos, dónde destaca por ejemplo el plato ‘arroz con bogavantes’, del que a pesar de estar recomendado para 2 personas pueden comer fácilmente 3 o 4.
El servicio es bastante rápido y en general tiene cabida para cualquier número de personas, por lo que se convierte en un sitio recomendable para comidas/​cenas familiares, reuniones de empresa.
El precio ronda en torno ²⁵⁄₃₀ euros por persona en función de lo que se elija, puesto que determinados mariscos incrementan la cuantía de la cuenta.