Uno de mis sitios de referencia de toda la vida. Me encanta su nombre, realmente acertado para un bar de barrio, que nos hacía soñar a la chavalería con sus reminiscencias de la carrera espacial y sus misiones fallidas. Siempre cuidaron la decoración: recuerdo sus fotos de Marilyn y Elvis(un bar con una foto de Elvis es un sitio del que te puedes fiar, muñeca), que aún siguen allí, ahora acompañadas por Jennifer Lopez y Beyoncé(hay que adaptarse a los tiempos), muy monas ellas… También recuerdo que cuando yo era bastante pequeño tenían una máquina de discos y que siempre estaba dando la brasa a mis mayores para que echaran alguna moneda y pusieran los discos que me molaban. Lamentablemente, aquella máquina desapareció hace mucho(el signo de los tiempos, supongo). Pero aunque ya no tenga gramola, «el Apolo» sigue siendo un sitio cojonudo para tomar unas cañas y algo para picar. La cerveza está a un precio normal, pero aquí la bomba la constituye su oferta gastronómica, realmente barata. La ración de ensaladilla rusa está a tres pavos; el picadillo, a cinco; y te puedes zampar un bocata de tortilla por un par de euros, o uno de chorizo frito por 2,20. Si prefieres una fabada, la tienes por cuatro euros, y los platos combinados rondan los seis euros. Flipante, ¿no? Además, los dueños son unos tipos majísimos, y es el bar más limpio que conozco(siempre lo he utilizado como patrón de limpieza con el que comparar al resto de bares), especialmente su baño. Cómo será, que mis padres y mis abuelos siempre decían: «Joder, en el Apolo puedes comer hasta en la taza del váter de lo limpia que la tienen…».