Un bar de barrio de esos en los que te gusta entrar. Te sientes cómodo desde el primer momento y lamentas no ser una criatura más sociable y ser de pasar más tiempo en bares porque este sería uno de esos bares donde vendrías a desayunar por la mañana, a tomarte una caña a media mañana, a almorzar al mediodía, a tomar café y copa por la tarde y a pedir perdón al día siguiente por la que liaste la noche anterior con los dos copazos. Es lo malo que tienen los bares de barrio, que te acaban conociendo y te calan.