Algún día tenía que llegar el momento de entrar aquí, porque cada vez que salía de la boca del metro y subía Bravo Murillo, las grandes letras, con las flechas, llamaban mi atención: SUPERMERCADODELAALFOMBRA . Lo que sorprende es que esa llamada grandilocuente te lleve a una pequeña y silenciosa entrada. Eso sí, rollos de alfombra en cada rincón te reciben y custodian tu subida por las escaleras a la sala principal. Y descubres que la acumulación de alfombras tiene un olor particular. Arriba, un dependiente aburrido espera entre pilas y pilas de alfombras y esteras para atenderte amablemente. Pregunté por una alfombra al azar, de tamaño medio, y el precio me sorprendió: unos 130 euros. No tengo ni idea de si esto es caro o barato. Vi, en un catálogo, los muebles de mimbre que ofertan, y pensé que seguro que a mi madre le gustan. También pude observar que hay diseños de alfombra muy variados: cualquiera de ellos encajaría en casa de mi abuela.