Un árabe casero con una comida muy rica y casera absoluta. Quizá un poco alejado si no vives por la zona pero merece la pena la pasteleta y cualquiera de los paltos que son verdaderamente tradicionales. De sillas Mahou y adornos árabes fui de la mano de alguien que conoce bien los usos y las costumbres y me guió por este paladar moruno. Gente agradable y de sonrisa dulce, evidentemente, el té, me alucinó.