Esta carnicería es una auténtica«superviviente». Me explico: es el único negocio que queda abierto en la Galería Soto, situada en el Paseo de Muñoz Grandes. Los dependientes son muy majetes, y tienen una paciencia a prueba de bombas. Recuerdo haberles visto seguir las indicaciones de dos señoras mayores para que les preparasen un pollo que tenían en oferta. Se tiraron un cuarto de hora cortando las puntas de las patas, fileteando las pechugas, «así no: más finitas», haciendo todos los cachitos que las buenas mujeres les decían que necesitaban para echarlo directamente a la cazuela, y mil pijaditas más que podrían haber hecho perfectamente ellas en su casa. En fin, para unos pocos euros que ganaron con esa venta, se lo tuvieron que currar bastante, y sin perder en ningún momento la sonrisa. Mis ídolos… Suelen tener buena carne, y bastantes ofertas. El otro día me llevé de allí unos filetes de ternera fabulosos, sí señor…