Adolfo Domínguez

Las tiendas buenas se reconocen en los tiempos de rebajas. Y esta no ha lucido en la oscuridad.
Siendo italiano no conocía esta marca antes que me hicieron un regalo. He venido a cambiar un regalo de Navidad y la tienda parecía un zoo en anarquía. Bastante gente, MUCHO desorden y ropa por todos los sitios excepto las perchas donde tenían que estar. La atención al cliente ha sido lamentable (según el primer cálculo querían valorar la prenda que devolvía a precio de rebajas y no al precio pagado) y la cola para cambiar el regalo me ha dado tiempo de ver el último episodio de the Big bang theory que tenía pendiente en mi iPad mini. El calor de la tienda no se parece a la calefacción de una tienda green, y las escaleras de la entrada no son wheelchair friendly y esto no está bien en 2014. Es el zara de la calle Serrano, con sus pro y sus contras. La ropa es mona, por esto la próxima compra será por internet.

Realmente es una tienda preciosa, distribuida en varias plantas, con ascensor, estrechas escaleras mecánicas y escaleras clásicas. En cada planta hay diferentes apartados distribuidos con mucho gusto por los diferentes pasillos y salones. El centro se abre (como si se tratase de una corrala) y se puede observar desde cualquiera de los pisos la tienda en toda su altura. En la planta superior además se sirven desayunos, brunch, meriendas y cocktails. Además de la colección de temporada de AD y la U, encontrarás un apartado para novias, para mascotas, decoración, objetos curiosos… Merece mucho la pena visitarla.

En un arrebato de cariño hacia mi madre me acerqué un día a acompañarla a hacer unas compras, bueno, mi padre me prometió unas cervezas en un sitio genial y que me pintó como algo un poco especial.
Acompañé a mi madre en esta aventura consumista y he de decir que esta tienda me dejó alucinado, tenían muchísimas cosas, además de toda la colección de hombre y mujer de la marca, según mi madre, que de esto si entiende. Tiene algunos revestimientos en una especie de madera que le dan un toque acogedor a la vez que «cool».
Si os gusta esta marca y podéis pagarlo, lo recomiendo encarecidamente.
Tiene cafetería en la parte de arriba, de la que hay una reseña independiente.

La mayor tienda de Adolfo Domínguez me gusta muchísimo y es por varias razones: porque tienen toda la colección de la marca (os lo prometo, creí que no tenían tantas cosas y merece la pena echar un vistazo porque a las tiendas normales no llega nada de nada), porque es preciosa, toda revestida de madera, porque sirve como espacio para nuevos creadores (allí pude admirar los tocados y colgantes de El Jardín de Lulaila, ¡qué descubrimiento!) y también porque tiene un original bar en su última planta.
Sirva como ejemplo de su éxito el comentario de una amiga al salir un sábado por la tarde de allí: «¡Si está más lleno que El Corte Inglés!»