Cualquiera que se haya iniciado en el mundo de los acuarios sabrá que tiene que coger con pinzas los consejos que le den en las tiendas. Básicamente porque es muy fácil para el dependiente recomendarte comprar un aireador, unas vitaminas o un nuevo motor para el filtro. ¿Acaso alguno de estos objetos va a hacerle daño a tus peces? No, pero lo cierto es que tampoco los necesitaba. Mi experiencia en el Acuario Ponzano es muy buena. Me hice un poco el tonto(«¿Es aquí donde se echa a los peces?») y, sin ser cliente habitual, me orientaron como yo esperaba. Suelo emplear la táctica de hacer preguntas cuya respuesta conozco, ya que es un método infalible para detectar ‘espabilaos’. Disponen de una gama media de peces tropicales y plantas, que no es tan habitual. En una esquina, casi a modo de exposición, tienen algunos ejemplares exóticos de esos que mola ver pero que no te atreverías a comprar porque, por lo que te ha costado, como se muera te da un patatús. Los goldfish –peces de agua fría– llegan los jueves, el mejor día para pasarte si lo que quieres es uno bien alevín. ¡Ah! Se pasan la ley antitabaco por el forro testicular pero… ¿qué importa? Son honrados y venden a buen precio, que es lo que cuenta.