Dimos con el San Xuan un poquito al pedo. Eran más de las cuatro y ya íbamos algo caninos, así que lo vimos, le vimos buena pinta y para dentro que nos metimos. No había mucha gente, tan solo unos paisanos terminando culines de sidra. Primera estrella: Con tu consumición en barra te ponen un pedazo pintxo de tortilla. ¡Olé! El comedor es bastante grande, con mesas de madera, y en un rinconcito con buena visión al resto del local nos fuimos a sentar. El chico, majísimo, nos trae la carta: ¡¡En una libreta de cuadritos escrita a mano! Los precios me resultaron caros, pero de perdidos al río. ¡Que estamos de vacaciones, oiga! Finalmente nos decantamos por un mixto: una fuente de calamares(en mi pueblo las llamamos rabas), zamburiñas, navajas y chipirones; y una ensalada mixta. ¡Lagrimillas de los ojos que me salieron al probarlo! ¡Todo riquísimo! Bien cocinado, producto fresco. Ya no me pareció tan caro. El trato excelente.