Restaurante bien decorado con frescos y motivos muy de mesón medieval. No es demasiado grande, con dos zonas algo separadas por la barra y cocina. La parte cercana a la puerta es más agradable por la iluminación. Entre otros, ofrece una serie de cachopos con elementos de Asturias, León y Galicia, personalmente me sorprendió positivamente el de quesos asturianos, puedes identificarlos en cada bocado. En el de Galicia no se si será por suerte pero ningún pimiento de padrón picaba ;) Aceptan grupos grandes, en la última ocasión eramos más de veinte. El problema fue saturar la cocina, que tuvo problemas para sacar adelante toda la comanda, algunos ya estaban terminando cuando otros recibían su pedido. Detalle feo la comunicación entre los camareros, a voces cuando las cosas se complican. En lo positivo, las dos veces nos incluyeron unos chupitos de licor de orujo tremendos