Normalmente cuando vengo a Figueres me reservo un día para comer en la Creperie Bretonne porque ya la conozco de otras veces, y de otras ciudades. La verdad es que comer aquí es salir contento porque las galettes que hacen son bastante completas y variadas. Uno se llena con una galette y una ensalada para compartir. Las ensaladas son también muy ricas. El local es muy chulo, tiene muchos carteles antiguos y otros detalles más modernos. Tiene mesas dentro y otras en una terraza peatonal. La verdad es que los días en los que hace mucho calor da igual donde te pongas si en el interior o fuera porque el calor va a ser el mismo. No he venido nunca en invierno así que no sé si eso cambia. La atención es muy buena. Y la localización todavía mejor, al lado del Museo Dalí y del centro de Figueres. La mejor opción si lo que quieres es ir a lo seguro.