Inventando el concepto self-service. Amalia, la propietaria, que sigue regentando el establecimiento, es una simpática mujer de bastantes años(no sabría decir cuantos), que allá por los años 60 o 70 decidió montar un lugar donde dormir y comer, pero comer bien. No quería un restaurante si no decirle al cliente: Hoy he hecho puchero de comida, tómate un plato. Fue aumentando su oferta y decidió que por el mismo precio iba a poner todos sus pucheros variados sobre un mostrador para que sus clientes eligieran lo que querían comer y/o beber, y todo por el mismo precio. Esto que ahora nos parece normal, no lo era entonces y creo su primer self-service o buffet libre a precio cerrado. Y así es, cuando traspasas el portón de entrada, sentada en una mesa central de comedor te encontrarás con Amalia. Te señalará la entrada y verás un salón(sin nada de lujos) con una cristalera al fondo que da contra la vega de Dalías. Puedes elegir lo que quieras beber(hay arcones frigoríficos a tu alcance) y tantas veces como quieras hacerlo. Sobre la comida, te encontrarás cosas deliciosas típicas de la zona, desde migas de harina, habas, morcilla de cebolla, chorizos, berenjenas fritas, paella, caracoles en salsa de almendras, pasta variada, carne con tomate, carne en salsa, ensaladas… en fin todo lo que se te puede ocurrir. En cuanto a postres la variedad es amplísima también. Recomendación: Échate muy poco de cada cosa, porque querrás probarlo todo y acabarás que no podrás moverte. El café o infusión final también está incluido. El momento de pagar también tiene su rito. Abandonarás el restaurante y volverás a encontrarte con Amalia, que sentada junto a una pequeña caja metálica te cobrará 15 € por persona, preguntándote que tal has comido y deseándote un buen día. Conclusión: Si te pilla cerca, visita Dalías y Fonda Amalia.