Classificação do local: 4 Mairena del Aljarafe, Sevilla
¿Comemos? Ubicado en una cuca calle de Capdepera, allá por el extremo nororiental de la isla, La Fragua ofrece una carta muy balear al comensal, además de una comida simpática y alguna anécdota segura. Resulta que La Fragua está regentado por una pareja, él, cocinero alemán, y ella maitre francesa. Juntos hacen las delicias de este apacible rincón mallorquín de decoración clásica y ambiente acogedor y alegre. Que decir tiene que si la puerta está cerrada ¡no pasa nada! para ello está el teléfono escrito en la puerta, para que llames y te asegures de ello. A nosotros nos pasó, y resultó ser que La Fragua estaba abierta, y el mismo cocinero nos invitó de forma acogedora a quedarnos en la agradable terraza a comer. Tras la llegada de la camarera y las deliberaciones oportunas, nos inclinamos a explorar la gastronomía mallorquina a través de tres platos(más zumito de naranja mallorquina incluído): coca de verduras, huevos con sobrasada y tumbet. Los tres platos estaban muy buenos, especialmente los huevos con sobrasada, que dejan un saborcito muy rico una vez que has pagado la cuenta y todo. Quizás el tumbet fuera lo más cojo, igual un poco falto de sabor. La relación cantidad/precio no está muy allá, pero la calidad compensa. Así pues, si pasara por Capdepera volvería a entrar en La Fragua sin pensármelo dos veces. El cocinero y su «arte» son un show(entiendo que hay a quienes no les gusta este comportamiento por parte del servicio, a mi sí), la comida está buena a un precio razonable, y la terraza es un gusto. Así que ¿comemos?, sí
Jaime S.
Classificação do local: 4 Milán, Italia
Un entrañable lugar para echar una comida en Capdepera. Téngase en cuenta que fuimos en temporada baja(abril), cuando el pueblo parece estar bastante vacío y con no demasiada vida. Íbamos buscando algún lugar para comer en la zona que no fuese orientado al turismo cien por cien, o donde al menos se pudiese comer algo más local, más de la isla. En una calle no demasiado retirada, encontramos unos veladores que tenían buena pinta, parecían cómodos. Tras sentarnos, nos atendió un señor alemán, amabilísimo y muy enrollado, que era el cocinero. Parecía que el local estaba cerrado, pero aun así se empeñó en abrirlo, aunque fuese para nosotros. La carta no era demasiado cara y tenía bastantes platos mallorquines, entre los que recomendar el toumbet o esta especie de pizza mallorquina, llamada coca. A decir verdad, me sorprendió la verdura de la isla, y lo bien que la tratan en las comidas, y aquí no fue una excepción, al menos en esos dos platos. Reseñable también el buen hacer del cocinero enrollado, que aun siendo de otra zona se anima a cocinar cosas de la tierra, ¡y de qué manera! Todo estupendo, y es una idea fantástica compartir platos entre varias personas. Volviendo al responsable del local, fue muy amable, tanto él como su compañera. Incluso se permitió hacer algunas bromas o invitarnos a algún chupito(que lamentablemente decidimos declinar, había que conducir), lo cual acabó por hacer más agradable y divertida la comida. Recomendable, y para repetir.