Es difícil que le ponga pocas estrellas a unos churros, porque me encantan y en Madrid se encuentra, a poco que busques, bastante calidad en este campo. Lo del chocolate caliente ya es otra historia, porque no es tan fácil evitar el detestable aguachirri que te venden en algunos sitios, pero el de esta churrería está especialmente bueno y tal vez se encuentre entre mis favoritos. La Cibeles está en mi circuito semanal y me parece una buena opción para merendar y guarecerse del frío. Me pido siempre un chocolate y un churro(2 €) mientras leo algo, aunque es difícil hacerse con un sitio porque está siempre a reventar. El local ha sido decorado en tonos naranjas con muebles de plástico, una nevera de helados y una terraza cubierta(algo muy habitual en la zona) con un parque para que los niños del barrio se desfoguen mientras sus abuelas ingieren porras como si no hubiese un mañana. Se agradecen las chocolateras antiguas y el azulejo blanco, eso sí. El personal es rápido y agradable. Todo bien, sin llegar a ser una referencia de visita obligada si no estás/vives por aquí.