Había vencido a la tentación yéndome justo a tiempo de la vecina Rabasa puericultura, cuando engrandecida por mi osadía, decidí entrar en la de Bugaboo. Me han dejado un cochecito de esta marca con todos sus complementos(o eso mismo creía yo), por lo que pensaba que estaría vacunada contra la tentación. Mal, muy mal, nunca debes bajar la guardia ante el enemigo. El que salgas airosa una vez, no significa que lo harás en las próximas ocasiones, al revés, tienes más números de caer en la tentación, porque oyes aquella voz en tu cabecita que te dice: «si total en la otra tienda no has comprado nada»… Pregunto por las bolsas que se cuelgan en el cochecito, tenía varias que dejé y nunca más volvieron a mi poder. ¡Qué chulas son! y ¡qué prácticas! tienen mil bolsillos como a mi me gustan… pero son taaan caras y sólo la utilizaré para este bebé…¿la compro…¿tú qué harías?
Cristina G.
Classificação do local: 4 Barcelona
La tienda Rabasa es distribuidor autorizado de la marca de carritos de bebé Bugaboo. Esto viene a ser algo así como los APR que tiene Mac distribuidos por la geografía planetaria. Si acompañas a una amiga embarazada a este sitio(lo viví de primera mano) verás como su estado de ánimo fluctúa todo el tiempo, sin que las hormonas tengan nada que ver en ello. Ella creía necesitar todos(no uno, sino todos) aquellos carritos, con sus complementos súper bien pensados para las necesidades venideras. Pero volviendo a la analogía entre Apple y Bugaboo… Normal que lo quiera todo; yo lo quería todo y ni rastro de descendencia por ahora… Los productos que venden son de calidad y están pensados(detalle que no siempre se da) La sillita convertible-recubrible-reversible, los saquitos de textura suave y bonitos colores, evitando los pastel(¡por fin!), los bolsos diseñados para que todos los compartimentos estén a mano y puedas acceder en el menor tiempo posible a la toallita húmeda o al biberón de agua(me impresionó) Volviendo ahora a las fluctuaciones del estado de ánimo de mi amiga embarazada… Cuando ves algo así no concibes tu vida sin ello, luego compruebas el precio; entonces has de asumir, sin quererlo, que serás una pringada más, que tarda horas en encontrar las toallitas en un bolso enorme y lleno de cosas dejadas al tuntún. Exactamente como el caso entre PC y Mac: te imaginas encendiendo tu ordenador sin esperar años a que se cargue y libre de virus, pero el precio te obliga a pensar que pasar el antivirus 2 veces diarias no está tan mal. Resignación, lo llaman.