Pastís

Entiendo por qué a mucha gente no le gusta este bar, y son exactamente las mismas razones por las que a mí me encanta :) Pequeño, viejo, sucio y prácticamente siempre con olor a humedad y humanidad; la decoración no ha cambiado jamás y hay manchas que bien pueden tener la edad de mi abuela. Pero todos los pequeños detalles imprimen de una personalidad fulminante a este diminuto bar que tanto ha significado para la noche catalana de ayer, hoy y siempre. Me hubiera encantado ser clienta de esas primeras noches de música francesa y humo, en la que artistas nacionales y extranjeros se juntaban a charlar, vaso de Pastis en mano, mientras alguien tocaba la guitarra en lo que debería entrar en el Guinness de los récords como el escenario más pequeño del mundo… Pero como todavía no domino los viajes en el tiempo, me conformo con pasarme por aquí cualquier noche de la semana a escuchar buena música en directo y teletransportarme a otras epocas. No olvidéis que cuando hay concierto (que es todas las noches), se exige al menos una consumición. H

As it was on our way to dinner, we just wanted to have a *one minute* look before coming back in the later eve. Only 6 people were inside. As we didn’t want to order anything, the barman was kicking us out in an unpolite way. Find your own conclusions …

A mi padre le encanta contarme donde acudía cuando venía a Barcelona en sus buenas épocas pero casi siempre pasa que de lo que él me habla, ya no queda más que el recuerdo.
No es el caso de este micro-​bar situado a tocar del Centro de Artes Santa Mónica. La primera vez que fui, lo hice con mi padre y él encantadísimo de poderme enseñar sitios míticos de la capital condal. Y se lo agradezco porque la verdad es que me desubrió una auténtica perlita Barcelonesa que ahí está, aguantando año tras año.
Un pequeño local cargado de recuerdos que parece te transporte a una antigua pelicula de los años 20. La música que suena aquí te lleva a otra época y no te creerás que al atravesar la puerta te encuentres en plena Rambla del siglo XXI.
Ah! Y no dejes de tomarte un Patís. Si te va el rollito anís como a mí, te va a encantar.

Bar diminuto y siempre lleno de gente. El ambiente es una fusión de guiris avispados o bien aconsejados y aisiduso locales. La decoración es de inspiración bohemia y afrancesada. Para mí, las perlas de este bar son unos cuadros que pintó su dueño fundador por los que daría un brazo por tenerlos colgados en mi casa: Julio Romero De Torrres meets Francis Bacon, por lo menos
Su nombre es el de la bebida típica de Marsella, el pastís: aguardiente de anís y regaliz rebajado con agua. Si no te gustan las bebidas dulzonas, abstente. Suena música francesa casi siempre. Si no es así es porque hay alguna actuación en directo, entre semana, que comienza a partir de las 22:30 excepto los lunes que empieza a las 21:30.
Hay que conocerlo, es un pedacito de historia barcelonesa que ha sobrevivido a la aberración hostelera que ha llevado a cabo en esta ciudad desde hace dos décadas.

Pequeño reflejo de la parte baja de Las Ramblas. Sí, ese pasado canalla que ahora es turisteo salvaje. Bueno, aún quedan tres travestis en la esquina si eso es lo que quieres, pero el Pastís no va de eso, sino de Barcelona y Raval en estado puro. Espirituosos y francofilia, en libados y aires y sones. Pequeño reflejo, pequeño lugar, lo advierto.

What a place ! Small, confined, smoky and full of French. I loved it. The Pastis flowed and flowed and as the night wore on a French caberet singer came on and, even though I could not understand all of it, he was very entertaining. Not another brit in sight. Great fun — a hidden gem