El Papillon es uno de aquellos bares que todos conocemos gracias al boca-oreja. La primera vez que vas no tienes del todo claro lo que puedes encontrar después de cruzar la pesada puerta de metal desde dónde hay un tipo susurrándote y haciéndote señales para avisarte de que has llegado a tu destino. Dentro, ni una ventana, la música bastante más alta de lo que imaginabas desde la calle y un cúmulo de gente un tanto peculiar: camareros de turno de noche, gente dedicada a la comunicación y «artistas», sobretodo«artistas». Los precios son más caros que en una discoteca y, después de que el gobierno prohibiese este tipo de locales dentro del ámbito urbano, abre dos horas más tarde de lo normal: a las cinco de la mañana. Pero sigue abriendo cada día.
Paula M.
Classificação do local: 3 Barcelona
Sí, todos hemos pasado por allí, aunque no podamos recordarlo muy bien. Incluso puede que nos hayamos conocido allí. ¿Estás seguro? No. ¿Cómo puedo estarlo? Eran más de las cinco de la madrugada y eso tiene sus consecuencias. Ahora que lo pienso ¡Seguro que nos hemos conocido allí! Eso sí, no podría explicarte cómo llegar. Yo siempre me pierdo y es el Papillón, personificado en un alguien, alguien grande, el que viene a mi y susurra cerca de mi oído: e-s-p-o-r-a-ll-i-i-i-í. Y entonces ese alguien me hace una seña entre la niebla(o entre la tiniebla) de la madrugada. Y ¡Bam! Ahí está la puerta. Abierto hasta las mil(esa hora mágica) y sin pagar entrada(a veces). Para esta ocasión, me he preocupado de asegurarme al menos de la calle, el número sería una negligencia proporcionarlo. En horas muy oscuras hay que llamar a la puerta. Pero, si te pierdes por allí cerca, atención a los susurros y las apariciones.