Don Perro

Si hay algo que me fascina de las tiendas de barrio, es la originalidad de sus nombres. Y no lo digo con segundas. Algunos podrían pensar que el propietario de la tienda de animales «Don Perro», no tiene ningún sentido del marketing, ¡pero no es así!
¿Acaso existe otro nombre más gráfico que éste si lo que queremos es vender perretes? Pues eso.
Esta tienda de animales hace esquina y es además centro veterinario.
Su propietario, Joan, es «muy de la broma» y en cuanto puede, te suelta su retahíla de chistes malos, se pone rojo de la risa y al momento te cobra con la misma alegría.
La venta de animales es igual de curiosa, porque no estamos hablando de jaulas inhumanas donde se amontonan perros y gatos con cara de pena, sino que en Don Perro, sólo de vez en cuando venden una camada de alguna raza concreta y siempre dejándolos a su libre pasto por el interior de la tienda.
Es curioso a la par que tierno, entrar a comprar arena de gato y verte sorprendida por tres o cuatro cachorros que te duchan a lametones mientras esquivas los sacos de comida y demás del pequeño local.
También se agradece que el que está al otro lado del mostrador, el gran señor Joan, sepa perfectamente lo que necesitas nada más verte entrar: «¿Comida de gato? ¡Vete a la parra un rato! Juas juas juas!». Un festival del humor, vamos.