La dura vida del estudiante. Entrega tras entrega. Noche tras noche maldiciendo la impresora y a la madre que la pario y odiando a HP y sus cartuchos de tinta y que se acabem cuando más los necesitas. Y del cabreo, lo tiras por la ventana. Error!!! En tales casos, lo que debe hacerse es, primero, joderse. Haber echo antes la faena. En segundo lugar, cruzar los dedos para que llegues a tiempo a una copisteria o algún sitio del estilo, para poder imprimir tu obra magna de la que dependen tus estudios. Y la tercera, guardar los cartuchos gastados. Porque en tiendas como esta, uno puede ir, pedir amablemente que se los recarguen y, pagando mucho menos de lo que te costarían unos nuevos cartuchos, irse a casa tan contento con más tinta para gastar en intrascendentes trabajitos universitarios. Que acabarás currando en un McDonald’s, hombre!