Me apetecía pizza a mí, que hacía mucho que no la comía, y como no entré en la de Oviedo, quise entrar en la de Avilés; allí me encontré con una horda de fanáticos de Fernando Alonso que chillaba a los televisores disfrutando de su ocio y atormentando el mío, y que hacían Tetris por las mesas que iban quedando libres para acercarse a las pantallas; incluso un señor mayor llegó a echarse prácticamente encima de nuestra mesa solo por estar más cerca del televisor(o de mí, aún no lo tengo claro). La persona que nos atendió era un encanto, pero algo debió fallar en la cocina porque llevábamos 40 minutos esperando a que llegara, yo tenía un tren que coger que no iba a esperarme, hubo que reclamar y, evidentemente, la pizza llegó al poco tiempo y no muy hecha; como consecuencia, el contenido se desparramaba y derramaba por los lados de las porciones, dejándote con una Margarita en la mano y una ración de setas boletus en el plato. Aún así, estaba bastante buena para ser una mezcla tan rara. Los baños estaban un poco desastrados, pero no estaban sucios; eso sí, la primera impresión fue mala. Por suerte, nos fue bastante grato comprobar que una pizza entera, más un par de porciones de aperitivo(junto con unas croquetas), más un par de bebidas salían más baratas que un menú para una sola persona en cualquier otro sitio. Sé que parece una crónica fatídica, pero si obviamos los problemas del directo, creo que es un sitio majo.