I’ve read the other review in Spanish for this place, but was not as satisfied as him, unfortunately. We attempted to look around for something open in February which was not touristy, or in the main street of the city but everything seemed abandoned or closed which made us feel like in a ghost city, hence we settled for this establishment and ordered the«bare minimum». So it was a small beer for me and an iced tea for my girlfriend, we also ordered a plate gnocchi alla sorrentina. The drink came fast but it was rather cold outside despite the sun and the waiter did not bother to ask if we wanted ice nor to open the ice tea bottle in front of us, I had to chuck the ice in a nearby pot, which, by the way, was broken. That’s free water for the tree anyway. My girlfriend had to use the restroom which revealed to be rather not well attended. We then waited some time for him to bring the plate(he asked a couple times if we wanted only one, which I confirmed) and it turned out to be gnocchi with tomato sauce, which were OK but sill far from amazing. Then we wanted to pay but he did not come to our table so my girlfriend went to the counter and paid, but the same waiter did not bother to cast glance or anything, we may not have been amazingly courteous but neither was he.
Juan D.
Classificação do local: 4 Madrid
En un Artá invernal, completamente cerrado salvo por los hipermercados que deben salvar de la hambruna a los escasos pobladores, este era el único restaurante abierto en toda la calle principal del pueblo. Nosotros buscábamos algo más patrio, de menú del día de filete a la plancha con patatas, pero el italiano también nos pareció bien y tampoco había mucha más posibilidad porque deducíamos que nuestra siguiente población no iba a estar mucho mejor surtida. El local es amplio, con los típicos manteles de cuadros que vemos en las pelis de mafiosos(toma estereotipo) y con grandes ventanales a la calle y a la plaza adyacente. Las personas que trabajaban allí, todas italianas, eran muy majas y serviciales; sin embargo, he de decir que esto no mejoraba demasiado el servicio, que era bastante lento porque fuimos los últimos clientes en ser servidos a pesar de haber llegado antes que otros. También éramos los únicos que no éramos alemanes. Yo pedí un entrecotte con salsa de queso y estaba muy bien hecho, lo suficientemente pasado por fuera pero poco hecho por dentro como para saber que la persona de la cocina sabía lo que estaba haciendo; de acompañamiento me pusieron unas verduritas a la plancha que me sentaron bastante mejor que las patatas que me hubieran puesto en el menú del día patrio. También caté un par de pizzas diferentes que se pidieron otras personas de la mesa, ambas muy ricas, aunque mejor la prosciutto que la vegetariana. Después de esto nos marchamos corriendo, que nos cerraban la isla y había que correr. El resultado fue mayormente satisfactorio, aunque lo realmente útil para una crítica más formal sería visitarlo en verano, que habrá más gente. O gente en general, vaya.