Visité Altea este fin de semana. Además vi el comentario de María Q sobre Farándula y me fio mucho de su criterio, así que decidimos cenar ahí Lo primero que quiero destacar es la buena decoración interior y lo bien montadas que están las mesas en la parte exterior, con una distancia agradable para poder cenar con algo de intimidad y tranquilidad. Cenar en calles peatonales y empedradas con vistas al casco antiguo de Altea mientras anochece es un regalo para la vista. Respecto a la comida fue excelente. Pedimos unas croquetas de jamón ibérico y unos solomillos(250gr) con patata asada y salsa pimienta. Tengo que destacar, que hacía tiempo que no degustaba un solomillo tan bien cocinado, preparado y presentado. Con una patata asada con una textura perfecta, ni dura ni blanda. La carne sabrosa, con todo pasado por la brasa. Estaba excelente. Tomamos café y nos obsequiaron con un agua de Valencia. Una vez destacada la comida hay que destacar lo mejor de la noche, Rafael, el camarero de esa noche. Sin duda Rafael es el camarero, más atento, rápido, agradable, gracioso y educado que he visto nunca. El solo pudo atender a las 6 mesas que había en el exterior con una celeridad y cuidado excelente. Sólo le queda un pequeño hándicap para ser el camarero perfecto, tiene que mejorar su inglés porque la gran mayoría de clientes son extranjeros. Si el propietario del Farándula lee este comentario, que sepa que con personal que tiene y los cocineros como cocinan, su restaurante puede ser un referente en Altea
María Q.
Classificação do local: 4 Valencia
Por fin un sitio con cocina de la tierra(además de pizzas y pasta) en Altea. también las tiene, eso es cierto, pero no es más que un reclamo para que los guiris se sienten en sus mesas ¿cómo es posible que vengan a España y sólo quieran comer espaguetis? no lo entenderé jamás. Altea y el Albir tienen una población muy elevada de extranjeros durante todo el año, y en verano la cosa se dispara hasta la locura y la gran mayoría de las veces quieren comer su desayuno inglés, sus pizzas y sus costillas. ¡Pero es que también hay locales que vamos a Altea y resulta que queremos arroces y cocina de la zona! gracias, La Farándula, por atender nuestras súplicas. Caímos en este sitio de casualidad( Unilocal no se lleva tanto en esta zona todavía) y acertamos de pleno. Nos atendieron rápidamente y nos colocaron en una mesa de la de la sala de la entrada, en un rinconcito muy agradable al lado de la puerta y la barra, en el que nos acomodaron con el carro y nos trajeron una trona(ueeeeeee) y todo para nuestro bebé. Tras ojear la carta y ver que no había menú en sábado, nos decidimos por una ensalada de bonito al centro y una fideuà de verduras de temporada y atún de plato principal. La chica fue muy maja y atenta pero iba estresadita la pobre porque s ve(luego nos lo comentó el dueño) que les había fallado personal e iban a tope. Nosotros no lo notamos nada en el servicio, aunque es cierto que escuchamos a la camarera pedir cafés al dueño con un elevado nivel de ansiedad(pobreta), y correr de aquí para allá con afán. Sin embargo, se entendían perfectamente, él le hablaba con mucha tranquilidad, y hacía todo lo que le pedía(gin tónics, cafés, postres…). Vamos que estaban muy coordinadas y estoy segura de que nadie notó que les había fallado gente en el servicio ¡olé por eso! En cuanto a la cocina, muy buena. La ensalada era curiosa por tener una vinagreta original y el bonito era de máxima calidad, así como unas cebollitas caramelizadas que le daban un toque especial. La chica en principio nos asustó porque parecía que no había fideuà y nos ofreció otras cosas de la carta, pero vio nuestras caras, fue a preguntar a la cocina y. ¡sí que había, yuhu! Menos mal, porque nos apetecía muchísimo. Pues bien, es la mejor fideuà que he comido en mi vida, y he probado bastantes. La verdura de temporada era la alcachofa, una de mis favoritas, así que tuve la suerte de poder zamparme todas las que quise(porque era abundante en verdura) y el atún estaba fresquísimo y muy bien cocinado, una delicia. Lo regamos con una copa de vino cada uno y acabamos sin postre ni café, ohhh. Resulta que en la carta había una crema alteana que me sedujo dfesde que la leí, pero no les quedaba, una pena. El dueño estuvo atento en todo momento, nos trajeron pan, la fideuà muy bien presentada en paella(y enorme, por cierto), pero esa capa finita nunca se acababa y como no pudimos con ella(y eso que mi acompañante es de buen comer), nos ofrecieron ponerla en un táper para llevar ¡olé de nuevo! A lo mejor es que los alteanos han cogido la maravillosa costumbre extranjera de poner las sobras de la comida ¡me encanta! El dueño vino de nuevo a despedirse, a disculparse por la falta de servicio(que no notamos, aunque sí percibimos en sus carreras), nos contó que él era de allí y que su cocina era tradicional alteana, pero que para atraer a los extranjeros había que hacer pizzas también¿tú te crees? en fin, para mí ha sido un descubrimiento en el pueblo y volveré siempre que pueda. Comimos estupendamente, eso sí por 45 euros, que no es precisamente barato, y es la única razón por la que no le puedo dar las 5 estrellas, me resultó algo caro para no haber comido ni postre ni café. Entiendo que viven de la temporada de verano principalmente(imagina quién va a ir a cenar un martes de noviembre allí), pero sí que resultó un pelín picajoso para el bolsillo. Aún así merece la 4 estrellas, por supuesto. Y allá que nos fuimos encantados con nuestra fideuà para comer al día siguiente, que todavía estaba más sabrosa, si cabe.