Bar Avinguda

Sí, un salón muy bonito y amplio, decoración en madera clara y blancos, una terraza en una de las avenidas grandes del pueblo… pero qué desastre de cena. Vale que éramos 30 personas montando un jaleo monumental, por suerte, no todos los días hay que atender y soportar a una despedida de soltera… pero ¿y la caja que harían sólo con nosotras?
En primer lugar, era evidente que nuestra mesa llevaba reservada semanas, con lo cual si prevés un turno de sábado noche normal + una mesa que va a dar por sí sola mucho trabajo, lo mínimo es que te prepares en cuanto a personal. Pues no, para un salón y una terraza a rebosar, atendían dos camareros: el propio dueño y una extranjera, también conocida como la mujer más antipática del universo. Con joyas de la servicialidad como «¿queréis cucharas? pues ahí las tenéis (señalando un plato que ha dejado a un kilómetro de donde nos sentábamos)» y dejando un espacio entre plato y plato de 30 minutos cada vez, acabamos tomándonos los cafés ¡à la 1 de la mañana!
Supuestamente habíamos pagado por un menú típico de tapas + bocatas + jarras de cerveza y sangría. Qué tristeza de tapas, por favor. Sólo salvaría quizá el magro con tomate, por sabor y por originalidad dentro de lo que suelen servir en Valencia. El resto era para tirarlo al váter directamente, por no ofender a un estómago: bravas con salsa brava de ésa de marca blanca que te capa los sabores y olores, y súper mención especial para esas «„„„„„„„puntillas“““““““»”, por llamarlo de alguna forma, plato FRÍO, súper salado, sabor cero, el mismo que si nadando en el mar tragas agua. Después de unas cuantas tandas de tapas horribles, que ya nos comíamos por no ir más ciegas que las ratas, llegaron los bocatas (era ya casi medianoche): esto consiste en hacer bocadillos de ingredientes aleatorios en pan totalmente frío, partirlos por la mitad, y distribuirlos por donde se va pillando (preferible todos en la misma esquina de una mesa gigantesca, por qué no) para que así nadie sepa ni cuántos hay en total. La mayoría de ellos con ingredientes explosivos como medio kilo de ajoaceite, huevo y más huevo frito y refrito, o bien de pimientos.
Mala comida, mala atención y un precio que, por suerte, no llegué a conocer porque nos invitó la novia. ¡Dudo que volvamos!