Lo bueno de Sánchez Romero es la calidad de las proteínas que ofertan que, obviamente, va acompañada de un precio ostensiblemente más elevado que el de otros supermercados. Un plus que a veces merece la pena porque el salmón, la lubina, los boquerones y la dorada están siempre de escándalo. Lo mismo sucede con sus embutidos y carnes. Lo que suelo comprar aquí algún fin de semana que otro es el pollo de corral asado, que te cortan y que está de muerte. Si lo piensas, no resulta un precio tan elevado: el pollo de corral cuesta unos 12 euros y comen tres personas(o dos muy hambrientas), también tienen su variante más modesta por unos 7 euros, con lo que te puede salir hasta mejor de precio. Con el pescado pasa exactamente igual y, desde luego, ni huelen a amoniaco ni a llevar expuestos sobre el hielo unos doce días. Con este tipo de productos suelo ser más exigente, aunque ni tengo una familia de doce hijos ni una situación vital precaria, con lo que me lo puedo permitir. Aún así, como explico, este precio no me parece caro. Lo malo de este supermercado y por lo que a veces se ha ganado el sobrenombre de «Sánchez Carero» es el precio de otros productos procesados del tipo chocolates, galletas, pan de molde, cereales, yogures, bebidas etc. Que son más caros que en cualquier otro sitio. Puedes darte algún capricho en la sección de productos internacionales(Asia, Alemania, Inglaterra e Italia han sido las secciones elegidas) e incluso con alguna fruta y hortaliza con aspecto de anuncio, de precio prohibitivo como las cerezas(en temporada) o más asequible como la lechuga trocadero, que no es tan fácil de encontrar, oiga. Tienen también una sección de vinos sensata y poca gente(claro) consumiendo, con lo que las gestiones se solucionan de modo rápido. De vez en cuando y para los gastos que he mencionado antes, creo que este supermercado merece la pena, desde luego no para hacer el avituallamiento semanal-mensual de tu hogar.