Daniela Bozza

Sin exagerar, me atrevo a decir que uso vestidos 350 días al año, suponiendo que hay 15 días mega lluviosos en que tengo que rendirme y abrigarme más.
Por eso, cuando conoci la tienda de Daniela Bozza a través de una amiga, morí. De felicidad y sufrimiento a la vez.
Tiene muuuuuchos vestidos preciosos, súper femeninos, bien confeccionados, con telas bien utilizadas y un toque vintage. Un sueño.
Si, no es tremendamente barato, pero son piezas de diseño de autor y eso, se nota en los detalles, los cortes y el calce. Vale la pena darse una vuelta.
Ojo, a veces pareciera estar cerrado (porque la puerta está cerrada) no sea timidas y toquen el timbre!

En realidad, en esta tienda la experiencia la vivió una amiga, yo sólo la acompañé y la convencí de comprarse un vestido que le quedaba perfecto.
Mi tocaya tiene vestidos preciosos y súper femeninos, sólo para chicas estilizadas eso si. Cada diseño es único y van desde los $ 35.000. También hay faldas, blusas y poleras que puedes combinar con bellos accesorios, ordenados por colores, en esta pequeña y acogedora tienda, que se ubica a un costado del Museo de Bellas Artes.
Abre todos los días y cierra 1 hora para almorzar (entre las 15:00 y 16:00 hrs.). Algunos días la puerta está cerrada, pero no significa que el local también lo esté, ya que Daniela pone un cartelito que indica que deben tocar el timbre, porque están trabajando en el taller, que está en el subterráneo de la tienda, por lo que si una prenda no te queda perfecta, puedes pedir que te la arreglen ahí mismo.

Sí, la ropa y yo tenemos una historia de amor y odio. Cada vez que me siento con ganas de ahorrar, algún vestido o sombrero emerge de la tierra y trunca mis planes, prefiero culpar al destino que a mi falta de voluntad.
Nunca he sido de pantalones, los uso cuando tengo todas las pantys pendientes de lavar, y por eso sufro al entrar a la tienda de Daniela Bozza. La razón es que tienen unos vestidos maravillosos, de confección vintage algunos y más modernas otros. Todos con un uso muy choro de texturas y colores.
Su propuesta en cuanto a abrigos también es bastante buena, los cortes son muy sentadores y más clásicos. Lo mejor es que sale de las telas aburridas y de la famosa técnica de pegar retazo sobre retazo, tan arraigada en la ropa que se fabrica en nuestro país.
En la tienda, que no es muy grande, todo se encuentra ordenado por paleta cromática, haciendo más fácil que encuentres alguna prenda de tu gusto.
De la misma manera, venden muchos accesorios, como aros, pulseras, cintillos, pinches, zapatos y bolsos.
La decoración del lugar es bien bonita, resalto los maneki neko pintados en tonos pasteles que te saludan al mirar la vitrina.