Gustavo Rosetti

Este verano cuando hacían 38 grados de calor, todos se había ido de la ciudad y los que quedaban tenían un humor pésimo, se me rompió el aire acondicionado. Fue una catástrofe de las que pasan pocas veces en la vida. Estaba en mi habitación con su temperatura privilegiada, escribiendo y escuchando Vivaldi (ponele) y se escuchó un ruidito tétrico y, luego, el aire no funcionó nunca más.
Lo único que es más difícil que encontrar alguien que arregle un aire acondicionado en verano es encontrar alguien que lo instale. Y eso es lo que me pasó a mí, el aire no tenía solución –estaba muy viejito ya– y tuve que comprar uno sin darme cuenta que lo más difícil era que me lo instalaran. Busque varios técnicos, la mayoría me dijo que no y alguno que otro me dijo que sí pero me dejó plantado.
Todo eso fue hasta que llegué a Gustavo por parte de un amigo. Gustavo es correcto, educado y, por sobre todas las cosas, sabe absolutamente todo sobre aires acondicionados, estudiante de ingeniería en sus años mozos (no es que sea muy grande ahora) se puso a trabajar en una fábrica de aires acondicionados hasta que se aburrió de la facultad y se puso a instalar aires. Gustavo es cumplidor, cobra lo justo y es súper honesto. Me colocó el aire en un sólo día, me cobró lo que tenía que cobrar y me hizo el verano lejos de la playa un poquito más feliz.