Librería Longo

Si reseñé Cúspide, la franquicia que se come librerías tradicionales e históricas de la ciudad, cómo no voy a escribir sobre Longo!
Librería Americana Longo, así su nombre completo, es la librería más antigua de la ciudad. La hermana mayor que cuenta con unos jóvenes 113 años.
Olvidate de las vitrinas luminosas, las computadoras que te leen códigos de barras y te dicen título, precio, autor, estado de ánimo del autor y todo lo que se te ocurra. Nada de lugar minimalista. Nada de nada. Y justamente ese es su encanto.
Longo es un viaje en el tiempo, con sus estantes de tantos años, la caja registradora de sus comienzos.
Encontrar apenás entrás el cartel de «entrada libre» es toda una declaración poética y ni hablar del cartelito que dice «Se solicitan clientes, no se requiere experiencia» …¿cómo te vas a negar?
Un imán para los curiosos y los coleccionistas, para estudiantes y los que no, para sus clientes de años y los que no.
Te contaría sobre la diversidad de sus títulos, pero no… vení, pasá y conocela vos!

Jamás hubiese entrado a esta librería si no hubiese sido por un profesor que una mañana, en vez de dar clases en el salón, nos invitó a todo el curso a dar un paseo cultural por la ciudad.
Ahí conocí Librería Longo. Aunque suelo frecuentar esa cuadra no la había visto nunca. Aparentemente, llevaba mucho tiempo en el mismo lugar. Desde afuera, un cartel que estuvo de moda en otra época se alzaba glorioso ocupando la toda la parte superior de la fachada. El tiempo y la humedad dibujan manchas de óxido en él. Es una caso antigua, con ventanas y puerta altas. Entramos.
Adentro es oscuro, y mi vista tardó un rato en acostumbrarse a la penumbra. Sin embargo, para los aficionados del objeto libro, este lugar es buenísimo. Pilas de libros usados («libros leídos» decía mi profesor). Clásicos y no tanto. Lo bueno es que estaban a un precio increíble. Risueño, en algunos casos ($ 5). Con muy poco dinero podés traerte varios ejemplares.
El profesor nos cuenta que Librería Longo es la librería más antigua de Rosario. Ya superó los 100 años de edad. Es la librería por donde, probablemente, hayan pasado los primeros intelectuales de la ciudad. Me agarra escalofríos al pensar en esta situación. Acá compró sus libros uno de esos artistas que tanto admiro? La sensación es inexplicable.
Un lugar que terminó convirtiéndose en cálido. Un lugar al que el óxido no le hace daño, más bien fortalece sus cimientos en esta ciudad. Cinco estrellas para la Longo, y para el profesor que nos sacó del aula, para hacernos aprender lo que hay afuera.