Pupilent Voss

El tiempo ya no permanece en mi muñeca.
Ese ese era el titulo del libro que escribió Alfredo B., un amigo de la familia.
Lo mejor del libro era el titulo.
Yo tengo sólo la efímera cifra de 34 años.
Nada, me quedan casi 80 años de vida, pero no soy un negador y me doy cuenta del avasallador paso del tiempo.
Uno de los síntomas claros fué el tema VISTA.
Lógicamente me refiero a mi vista, no a ese absurdo intento de sistema operativo con el que Bill Gates se nos rió en la cara.
Luego de cansarme de «achinar» mis ojos para poder leer un cartel a 30 metros de distancia me canse y fuí al oculista.
Me dijo que necesitaba anteojos para descansar la vista.
Para descansar la vista, yo duermo, pero el tiempo había hecho estragos en mis ojos y necesitaban anteojos.
Fuí a una optica de barrio y me atendieron sin ganas, como si les molestara mi presencia.
Recordé de esta sucursal de Pupilent y ahí encontré la contencion que necesitaba.
No solo estaba comprando un par de anteojos… sino una prueba cabal del paso del tiempo.
Son caros.
Y ya se me cayeron los dos lentes.
Debe ser por mi negacion y que cada vez que tengo la oportunidad los dejo caer al suelo.