Muy buena comida, y muy buen show! Me parece un poco caro para los locales, por eso le bajo una estrella. Sin embargo, para el turista es un espectáculo! La gente va bien vestida, así que prepárense acorde a la salida. Yo fui con un grupo de amigos y nos tocó una mesa en el balcón que hizo la experiencia aún mejor! El menú es acotado pero con buenas opciones y para diversos paladares, vino incluido, y el show arranca después(lo que te permite disfrutar de cada instante por separado). No lo repetiría, porque es una de esas salidas que se hacen eventualmente, pero lo recomiendo para el que quiere un show distinto y sentirse un poco turista en la ciudad de uno!
Viv V.
Classificação do local: 4 Buenos Aires, Argentina
No puedo decir mucho del lugar ya que pedí delivery. Las pizzas son muy ricas, me sorprendió. Tienen una amplia variedad y no hubo mayor inconveniente al pedir«mitad y mitad». Los precios están bien tirando a caros tal vez, arriba de los $ 100 cada una. El tiempo de espera fue largo y no estábamos cerca del local. Lo recomiendo.
Mike W.
Classificação do local: 3 Chicago, IL
Dinner was good. The show was excellent. However we were disappointed they were not flexible in their bar options given this was such an expensive meal/experience. I cannot drink wine or champagne without having an allergic reaction. I can only drink vodka but they would not substitute a single vodka drink for the unlimited wine that was included in the package.
Alberto A.
Classificação do local: 4 Buenos Aires, Argentina
Esta esquina porteña tiene su historia, que se siente al ingresar en el lugar. A fines del siglo XIX nació aquí el restaurante Chanta Cuatro, lugar donde se servían sólidas comidas y buenas bebidas a vecinos del barrio y a quienes trabajaban enfrente, en el Mercado de Abasto. A la calle Anchorena llegaban camiones de distintos lugares de Capital y el conurbano a cargar mercadería para revender en verdulerías, carnicerías y afines. Hoy todo ha cambiado y llegan modernos ómnibus con turistas recibidos por personas vestidas con elegancia pero sin el ambiente mágico de aquel mercado. La Esquina Carlos Gardel, ubicada en la intersección de esta cortada y la calle Anchorena, ocupa el lugar en el que antes estaba el Chanta Cuatro, así llamado por una carambola del juego de bochas, al que eran aficionados los trabajadores del Abasto, que contaban con una modesta cancha para este juego detrás del local. En su primer piso había un hotel, de los viejos llamados«familiares», con habitaciones donde vivían familias y personas solas, y un encargado que cobraba los alquileres. En una de ellas, dicen, pasó algunas noches Carlos Gardel, cuya casa, con su mamá, doña Berta, estaba a la vuelta de allí, en la calle Jean Jaurés, y hoy es un local de tango que lo recuerda con su nombre. El fondo de comercio fue cambiando de dueño con el transcurrir de los años, hasta quedar el edificio en malas condiciones y ser abandonado. Luego lo compró la empresa que hoy administra el local actual. En el Chanta Cuatro hubo comida, milonga, y hasta se filmaron escenas de tango para televisión, en especial para Canal 9. También tienen aquí su historia escenas de la película«Mercado de Abasto», con Tita Merello. En una de ellas se ve la esquina tal cual era en 1955, con la ochava de entrada al local. Ahora todo ha cambiado: el local, con decoración «art nouveau», tiene un escenario y mesas. En ellas los comensales ven el espectáculo, por supuesto de tango, con danza a cargo de profesionales, además de música y excelentes cantantes. En la pared, sobre la cortada Carlos Gardel, hay placas de bronce que colocaron entidades y el Gobierno porteño, en aniversarios y por otros motivos, relacionadas con el tango. Además, al lado del local y también sobre la cortada, una estatua del Zorzal Criollo recibe el homenaje de visitantes y mucha gente, en especial turistas, se fotografía allí. El show es un verdadero trabajo de equipo: bailan varias parejas y es posible así ver muy buenas interpretaciones de danza. Lo mismo sobre coordinación podemos decir de los músicos, que manejan sus instrumentos con conocimiento y capacidad. Hace un tiempo, cuando entré, había mesas en el salón y también en una suerte de palcos. Estos palcos se ubican en el lugar donde estaban las habitaciones, ya que el lugar fue totalmente reformado. El menú, con riquísimos platos, es también preparado por expertos cocineros y puede ser acompañado con deliciosos vinos. Hay dos posibilidades: Menú Platea y Menú VIP, el segundo más oneroso que el primero, pero recuerdo haber visto en publicidades de este lugar por internet que el menú más barato tenía un precio algo inferior a cien dólares; por persona, por supuesto, así que si vas en pareja empezá a sumar. En síntesis, un lugar histórico para comer y ver un espectáculo de tango, considerando que es para turistas, lo que incluye el precio. Vale la pena para conocer una mirada sobre el tango que lo presenta con su estilo tal cual es y que recuerda, en especial en la danza, el Festival Mundial de Tango que organiza cada año el Gobierno de la Ciudad. Como es un lugar de música ciudadana, termino con algunas líneas, la primera y última estrofa, de un poema que escribí hace tiempo al respecto: Vieja y gloriosa Gran Cantina El Chanta Cuatro, /que fuiste grande y el orgullo del Abasto, /me duele el bobo, no soporto, vos sabés… /¡Hoy los jailaifes te chamuyan en inglés! (.. .) Lo miro a Carlos en la estatua y le pregunto, /qué es lo que pasa, necesito comprender… /Sólo silencio, indiferencia desde el bronce… /¡Ni el mismo Mudo me puede responder! Alberto Auné