Harturo

Buena comida, cálida y esmerada atención, excelente ambientación y ubicación inmejorable, al final del hermoso Pasaje del Correo.
Fuimos con reserva y yo tomé el brunch, que tiene tres pasos, incluye una bebida (agua, vino, cerveza Patagonia o Aperol Spritz) y cuesta 360 pesos. Cada paso tiene tres opciones. Yo elegí para el primero unos huevos benedictinos que estaban increíbles; para el segundo, ensalada con langostinos, rúcula, gajos cítricos y (muy poquita) palta (a mi criterio, la mejor parte del brunch); y para el tercero, pudding inglés con una mousse de dulce de leche muy buena.
Recomiendo también el cóctel Mint Julep, del que me convidó uno de quienes me acompañaban, y que está disponible a la carta.
Excepto a la noche, no cobran servicio de mesa. Trabajan con débito o crédito, pero para los que pagan en efectivo hay 10% de descuento.
Los turnos de reserva al mediodía, al menos los sábados, son a las 13 y a las 14.30 (quizás también hay otros más temprano, aunque lo ignoro, porque llamé un rato antes de las 13), y tienen 15 minutos de tolerancia.

La comida muy buena, el ambiente y la atención bien también.
De entrada comimos la burrata y las mollejas (excelentes).
De plato principal yo comi Trucha con una pasta de tinta de calamar en un caldo de langostinos, 10 puntos! Recomiendo.
El precio es acorde a lo que te vende el lugar.

Harturo está en uno de los coquetos pasajes de recoleta, de esos que te hacen sentir en Europa.
La ambientación esta linda, sobria y algo calida.
La comida es normal, le falta algo, sobre todo cantidad a las porciones.
No tengo nada para resaltar sobre lo que pedimos, todo fue normal.
La atención buena, amables los camareros pero un poco desatentos con el tema bebidas.
La espera también fue normal, estuvo bien.
En general bien, pero nada del otro mundo.
Por ahí es caro y pretensioso en relación al menú que ofrecen y al tamaño de las porciones.

Vinimos un domingo y decidimos por la carta en vez del brunch.
La pesca del día (lenguado) se deshacía con el tenedor. venía con una crema de ajo y puré de zanahorias que la acompañaban muy bien. A mi gusto lo salaron demasiado.
Las ribs con barbacoa y puré de papas y oliva un diez. Terminamos con un tibio de chocolate que era una bomba, le hubiera faltado algo para cortar (helado de limón/​crema o frutos del bosque)
En invierno las puertas TIENEN que estar cerradas. les resto un punto por eso.

¡Que lindo lugar! Este rinconcito está en un hermoso pasaje, con varias mesitas al aire libre que son ideales para disfrutar de los brunch que ofrecen, pero esta vez optamos por el interior, ambiente romántico y acogedor, ideal para ir en pareja y disfrutar una linda velada, y así fue. La atención fue impecable desde el momento que entramos, con mesa previamente reservada, la ambientación es delicada y justa. Comenzamos con la carta, acotada, pero adecuada para el lugar, tienen buena propuesta de tragos y vinos de varias bodegas. Yo opté por una copa de vino. Las entradas se hicieron desear, pedimos la crème brule de queso de cabra y uvas, ESPECTACULAR, un sabor riquisimo y textura muy bien lograda, sencillamente delicioso, ademas unas mollejas (esas no las probé porque no me gustan las mollejas), los comentarios fueron positivos pero no WAO. Seguimos por el plato principal acompañados de buena música de fondo, yo pedí el risotto del día que era de hongos y mi pareja pidió las ribs de cerdo, ambos platos estaban muy bien hechos, porción justa y lo disfrutamos mucho, tampoco eran una cosa de locos, pero nos gustaron lo suficiente como para volver y probar otros platos de su carta como el bife de chorizo o los ravioles de calabaza. Para termiran la romantica velada no podiamos dejar de probar los postres, ya habia leido que eran riquisimos y opté por la opcion chocolatosa, base humeda y ganache con sal marina, una explosión de sabores en el paladar que no queria que se terminara mas. La verdad estuvo increible y me quedó el recuerdo de ese ultimo sabor en la boca. Los precios estaban acorde a lo que comimos, con copa de vino + entrada + principal + postre, aproximadamente $ 450. Harturo, quiero más!

Excelente ambientación! Un rincon de Paris en Bsas. La atencion cuidada. Muy buenos tragos y aunque la carta es reducida los platos estan bien resueltos.

Abrió Harturo donde antes funcionaba Sirop, y por suerte, mantiene lo mejor de su predecesor: mesas al aire libre para disfrutar de su precioso pasaje con aires parisinos, carta acotada pero bien pensada, buena oferta de vinos y precios acordes.
En su carta, pueden encontrar algunos platos de pastas (muy buenos ravioles de calabaza), un risotto del día que sale a punto, un par de platos de carne (como el costillar) y pescado del día. En definitiva, algo para todos los gustos pero siempre con ingredientes justos, equilibrados y frescos.
Los precios rondan los 250 a 400 pesos por persona (con entrada, plato principal y bebida), lo cual no es tan descabellado. Volvieron también a apostar por el brunch, el cual habrá que probar.

Sale Sirop, entra Harturo. En el local 12 del Paseo del Correo (un rincón porteño divino) ahora funciona un nuevo restaurant, con propuesta renovada. El nombre –sí, con H– viene de la casa de decoración que está sobre Arenales: de allí es la ambientación (me encantó!) y parte del grupo societario del restaurant (Agustina Numer, hija de la propietaria de Sirop y parte de su equipo, completa el grupo).
Vamos a la comida, #LoImportante. Ellos la definen como «cocina porteña contemporánea», y está a cargo del chef Gabriel González. Entre las entradas, me gustaron mucho el Matambre de cerdo con chutney de manzana, la Ensalada de trigo burgol, gravlax, espinaca, menta y eneldo, y la Crème brûlée de queso de cabra con uvas y puerros.
De principal pedí una Costilla de cerdo a la milanesa empanada con pan, queso y salvia (el rebozado queda sabrosísimo). Viene con una ensalada original de cebolla morada, peras y perejil, y remolachas asadas. Súper recomendado y contundente.
Mis postres favoritos: el que es 100% chocolate (base húmeda, ganache, tofee, con sal Maldon arriba), la tarta tatin con helado de crema y el Sorbet de mandarinas, sorbet de frutillas y streussel.
La carta de tragos es de Martín Auzmendi, la de vinos está a cargo de Agustina de Alba. Tienen menú de mediodía por $ 160 (plato, bebida y café) y los fines de semana sirven brunch, que habrá que probar (el de Sirop era conocidísimo, me guardo una estrellita para cuando vaya a ese plan). Bello lugar, rica comida. Linda apertura 2015.