Empecé a ir a este consultorio por una cuestión de cercanía. Al principio me atendía con una odontóloga que ya no está pero que, antes de irse, me encomendó a su colega, el Dr. Cordero. Suerte para mí. Es un gran odontólogo que supo tratar todas las desgracias que me ocurrían a menudo en los dientes(¡dos conductos!), soportó histerias de mujer, y siempre logró que me fuera conforme. Lo mejor: no volvió a pasarme nunca nada más. Además de su increíble nivel de profesionalismo, es una persona muy graciosa que hace chistes constantemente e incluso logra que te tientes en los momentos menos indicados. Por la tarde, post-horario laboral, suele haber MUCHA(énfasis) gente esperando, por lo que siempre es mejor tratar de hacerse un rato al mediodía — temprana tarde para atenderse. Tip secreto(y ambiguo, tratándose de un odontólogo): si le llevan algo dulce al Dr, ya lo habrán comprado para siempre.